Existe un famoso experimento realizado por el psicólogo Walter Mischel con niños estadounidenses de 3 a 5 años, que en términos simples consistía en dejarlos solos en una habitación, sentados frente a una mesa que tenía un plato con un marshmallow (malvavisco).
A los niños se les instruía que, “podían comerse de inmediato el dulce o esperar 15 minutos a que el experimentador volviera a la pieza y en caso de no habérselo comido, recibir el doble del premio, como una recompensa a su capacidad de retardar la gratificación”.
Los resultados del estudio indican que ninguno de los niños pudo esperar los 15 minutos, pero, cuando se les dio la posibilidad de distraerse con un juguete, un 40% de ellos logró esperar, situación que aumentó al 60% cuando se les permitió distraerse pensando en algo divertido. Astutamente, Mischel concluyó que los niños que tenían mayor capacidad de retardar una gratificación tenían mayor autocontrol. Estos niños fueron estudiados en el tiempo y años más tarde, quienes lograron controlarse durante el experimento, tuvieron mayores éxitos académicos y laborales.
Si pensamos en el plan Paso a Paso, ¿no les parece que este es un gran “experimento social”, similar al de Mischel y los malvaviscos?
Después de todo, se nos ha dejado en nuestras casas encuarentenados (paso 1) y se nos ha dicho que si somos capaces de cumplir las conductas asociadas a este paso (retardar la gratificación) podremos movernos a los siguientes pasos (doblar el premio).
Tal como Mischel lo hizo, la explicación que se da por avanzar de una etapa a otra es que las personas hemos sido responsables (autocontroladas) y cuando se retrocede, es que hemos sido “porfiadas” o bien, carentes de autocontrol.
La explicación parece lógica. Si puedo autocontrolarme, puedo cumplir las recomendaciones que se me dan y postergar la gratificación, como los niños del experimento. Pero esto no solo es una cuestión de autocontrol personal.
Esta variable puede ayudar en la adopción de conductas de salud, pero no es la única. Para que esto ocurra, deben cautelarse y garantizarse ciertas condiciones. En el experimento de Mischel, los niños tenían las mismas edades, similar nivel socioeconómico y todos eran caucásicos. Además, se aseguró que los niños comprendieran las instrucciones y antes de dejarlos solos en la habitación, esto fue vuelto a confirmar. Sin embargo, en el “experimento social llamado Plan Paso a Paso”, no existe ningún tipo de control y además se cometen muchos errores.
Revisemos. Primero, les aseguro, que si les preguntan a las personas si saben en qué consisten los 5 pasos, qué está y no está permitido en cada uno, y cuáles son sus diferencias, la gran mayoría no lo sabe. Por tanto, existe un fallo en la forma en que se ha comunicado el mensaje.
Además, ha faltado prolijidad y se ha asumido que el mensaje será entendido por todas las personas por igual. Sabemos que esto no es así. En el experimento de los malvaviscos la instrucción era simple, no así en el plan Paso a Paso, el cual, además, está dirigido a un gran grupo de población, diverso en términos económicos, educacionales, y de acceso al consumo de información. ¿Existirá claridad de que un mensaje destinado para universitarios debe ser diferente que uno orientado a adultos o personas mayores, o bien que no se le puede pedir a las personas que se queden en casa si es que tienen que salir a trabajar y generar recursos para subsistir?
A los niños en el experimento se les decía: “Si esperas 15 minutos doblas el premio”, situación que en el Plan Paso a Paso implica avanzar una etapa. La diferencia radica en que sabemos que fuera de nuestras casas hay servicios disponibles como centros comerciales, malls y supermercados, cosas que las personas valoran positivamente.
Entonces se ponen a competir mensajes con valencias opuestas: quédate en casa (valor negativo) versus ven a comprar que el comercio está abierto (valor positivo). ¿Cuál mensaje creen que gana?
En el experimento realizado con los niños, se hizo un seguimiento, lo cual no ocurre en el Plan Paso a Paso, ¿o acaso la trazabilidad se ha hecho de buena manera y ha sido efectiva? La respuesta todos la sabemos.
Por último, en el caso de los niños, si ellos se comían el dulce, no pasaba nada, pero en el “experimento social Paso a Paso” está en juego la salud de las personas y las consecuencias que enfermar tiene a nivel individual, pero además se pone en riesgo la vida de ellas y de sus familias.
Hago, entonces, un llamado de atención a que nos pongamos serios y dejemos de experimentar con la ciudadanía.
Esto no se trata de comerse o no un marshmallow, se trata de la vida de las personas y de su bienestar psicosocial.
El grupo de psicólogos de la salud al que represento, estamos disponibles para orientar y ayudar, pero si vamos a hacerlo, hagámoslo bien y con la seriedad que se merece.
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