Brasil, alerta roja

La reciente victoria en primera vuelta del archifascista Jair Messias Bolsonaro como candidato a la presidencia de Brasil enciende una amenazante luz roja que debe llamar a preocupación a toda América Latina.

De llegar a ganar en segunda vuelta, lo que hoy aparece como muy probable, se consolidaría el predominio de gobiernos de derecha ultrareaccionarios en la región, lo que unido a la presencia de un personaje como Donald Trump al mando del gobierno de los EEUU de Norteamérica abre la puerta  a toda suerte de violaciones a los derechos humanos de los pueblos del continente, de atropellos a sus conquistas sociales y económicas y de graves retrocesos en los más diversos planos.

Sería una vuelta a un pasado ignominioso, como aquellos años de la década del sesenta del pasado siglo cuando en el propio Brasil una dictadura derrocó al gobierno constitucional de Joao Goulart inaugurando una época siniestra en la que luego se sucederían las dictaduras militares fascistas en Argentina, Uruguay, Chile y otros países de la región.

Bolsonaro representa lo más cavernícola del pensamiento de las derechas. Militar y diputado, su título es ser egresado de la escuela de educación física del ejército brasileño.

Su fama proviene en buena medida de increíbles frases suyas, en su mayoría dirigida a personas concretas como a aquella mujer a la que le dijo, no mereces ser violada porque eres muy fea o cuando, en relación al tema de la homosexualidad, afirma que “prefiero ver a mi hijo muerto que besándose con uno de bigotes ”.

O cuando, categórico, sostiene que, “estoy a favor de la tortura”, aunque en seguida afirme que “ el error de la dictadura fue torturar y no matar” o haya dicho que “deben ser fusilados unos treinta mil, empezando por el presidente Fernando Henrique Cardoso

Lo grave de la situación es que tales aberrantes juicios no sólo no han provocado un distanciamiento entre el mundo popular de quien los emite, sino que le suman puntos al estrafalario y peligroso militar y político.

Lo que habla mal de la organización social y de la formación ideológica de las masas en ese inmenso país.

Dicho en palabras recientes del intelectual argentino Atilio Borón, “ En ese clima ideológico sus escandalosos y violentos disparates, como los de Hitler, decantan como un razonable sentido común popular y podrían catapultar a un monstruo como Bolsonaro al Palacio del Planalto que, como dato adicional habría que recordar que le prometió a Donald Trump autorizar la instalación de una base militar de EE.UU. en Alcántara, cosa a la que se negaron los gobiernos petistas. Si llegase a triunfar sería el comienzo de una horrible pesadilla, no sólo para el Brasil sino para toda América Latina.”

Compartimos esa preocupación.

Es cierto que tras las dictaduras del siglo pasado emergieron gobiernos democráticos que supieron interpretar las demandas populares en América del Sur. Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Kirchner en Argentina, Lula en Brasil, el Frente Amplio en Uruguay, Correa en Ecuador, Bachelet en Chile. Pero eso no es lo de hoy.

Se  mantiene Venezuela, Bolivia, Uruguay, pero están Macri en Argentina, Moreno en Ecuador, Temer en Brasil y Piñera en Chile.

Un gobierno encabezado por el militar Bolsonaro y al alero de Trump puede ocasionar retrocesos y daños inmensos a su país y encender el peligro de los contagios autoritarios en la región.

Ha sido una sorpresa desagradable que este apologista de la tiranía de su país de 1964, de la que salieron muchos de los maestros que instruyeron  a los agentes de la Dina en Chile, saltara de sus bajos porcentajes en las encuestas a vencedor en primera vuelta. Notable ha sido la ayuda que le prestan las iglesias evangélicas, conservadoras hasta el infinito, contrarias a todo cambio.

Pero la principal lección que deja el episodio es que no basta con lograr las indispensables mejoras sociales y económicas del pueblo trabajador. Eso hicieron Lula y Dilma.

Pero ese esfuerzo corre el riesgo de perderse en el tiempo si no va acompañado de la necesaria educación que haga comprender a las masas las razones reales de sus pésimas condiciones de vida y los caminos para superar esa situación, la relación entre lo social y lo político, entre la política y el poder real.

Por ahora, hay incertidumbre a la espera de la segunda vuelta.

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