Haití tiene cara de león, pero no es león

Ismael Llona
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“De qué serviría esa misión (la de la ONU en Haití) si hoy, sin previo aviso, se retirara. Soy consciente de que abusos inaceptables han manchado el prestigio de la misión (se refiere a la reciente violación de un haitiano por parte de soldados uruguayos) pero los árboles no deben esconder el bosque”.

Cuando el Presidente de Haití, solemnemente, señalaba el 23 de septiembre ante la Asamblea de Naciones  Unidas que las tropas de la ONU no debían, así como así, salir de su país porque sería peligroso, no estaba diciendo, como algún senador chileno pudo creerlo, que se quedaran.

Estaba diciendo, sin decirlo, porque es cantante, transformista y político haitiano, que debía recrearse ahora una Armée National, el Ejército que fundó Duvalier.

Un cantante transformista respaldado por un poder real.

L’Armée National haitiana fue disuelta hace pocos años (para una fuerza armada estatal menos de veinte años no es nada) por un acuerdo entre Clinton y Aristide, porque el segundo temía, y con razón, que el poder militar haitiano forjado en el duvalierismo se impusiera siempre sobre el poder popular y diere tantos golpes como sus jefes quisieren.

Clinton estuvo de acuerdo, en 1994, porque quería congraciarse con Aristide y tenía absolutamente claro que si era necesaria una fuerza militar, además de la policía nacional, para ordenar los límites y las cosas en ese paisito, estaba presta y a tiro de cañón la Armada de los EEUU.

Pero algo han cambiado las cosas a nivel del palacio presidencial haitiano desde ese 1994 y hoy.

El período marcado por los electos Aristide y Preval, los dos muy alejados del duvalierismo anterior y vistos con preocupación por los Estados Unidos dados sus discursos y plegarias nacionalistas, ha terminado, y ahora se ha producido el cambio.

El país está más débil, dócil y necesitado que antes.

Cientos de miles murieron con el terremoto.

Millones viven o sobreviven de la caridad extranjera y la poca asistencia de los poderes nacionales.

El sismo fue brutal para los sobrevivientes, los huracanes se han sentido como nunca, el cólera importado de Nepal se ha descargado sobre miles, la peste externa de las violaciones de mujeres y hombres se ha tornado habitual.

El nuevo Presidente Martelly -llamado también Sweet Micky- es muy cercano a los EEUU.

Incluso tiene su casa en Palm Beach y casi todo su mercado como cantante popular allí. Es también un hombre de la diáspora, de los haitianos en el exterior. Junto con asistir a la Asamblea de la ONU se entrevistó en Nueva York con Soros, el capo de los especuladores.

Sweet Micky, en su campaña para la presidencia, recibió el apoyo de destacadas figuras del período duvalierista y de ex militares. Hay quienes señalan que en la primera vuelta de diciembre del 2010 no entró entre los dos primeros y que “un golpecito” lo dejó en el ballotage.

Baby Doc, que volvió al país poco antes de la elección sin ser gravemente molestado, sin decirlo, lo apoyó.

En estas semanas Sweet Micky ha insistido ante el Parlamento para poner en la Premiatura – el régimen haitiano es parlamentario- al doctor Garry Conille, otra figura haitiana que vive normalmente en los EEUU y que hasta ahora ha trabajado como jefe de gabinete de Clinton en su oficina de Enviado Especial de Naciones Unidas para Haití y jefe de la reconstrucción.

Monsieur Conille tendría problemas con el fisco haitiano y no tiene a mano su carta de identificación haitiana (sí su pasaporte diplomático) pero el Congreso de los Diputados ya aprobó su nombramiento, sin debate, por 89 votos de los 90 asistentes, y el Senado se apresta. Los problemas de papeles pueden ser subsanados a la brevedad, incluso en Haití.

Antes de votar favorablemente por Conille, el Senado haitiano aprobó, el martes 20 de septiembre, que las tropas de la ONU…deben salir del país y, a más tardar, el 15 de octubre del próximo año.

Y recién llegó a Port au Prince, de mano de la Associated Press-que lo dio a conocer- un documento privado de Sweet Micky que propone recrear L’Armée National.

Michel Martelly contempla consagrar, para partir, 95 millones de dólares a esa tarea.

El objetivo es que ese ejército pueda, eventualmente, reemplazar a los 12 mil cascos azules, entre ellos los aproximadamente 500 chilenos.

La recreada fuerza armada contempla 3.500 integrantes y tendría como fin “mantener el orden en tiempos de crisis, defender las fronteras y abrir posibilidades de empleo a los jóvenes”. Se sumaría a los 10 mil de la Policía Nacional.

Los amigos de Martelly, Clinton, Conille y Baby Doc estarán al aguaite.

Como buen cantante popular, Martelly tal vez sepa que en los años 50 (él recién había nacido) surgió una popular canción brasileña que decía:

“Tenía cara de león, tenía patas…
Patas de león, tenía cola…
Cola de león, tenía pelo,
Pelo de león, tenía garras…
Garras de león…tenía dientes…
Dientes de león…
Y no era león… ¿Qué era entonces? No digo nao…
¿Qué era entonces?...No digo nao,
No digo nao, no digo nao…Era leona, y no león…Era leona, y no león…”

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