La cuenca de Aculeo es un lugar similar a otras cuencas y territorios de la zona central de Chile en términos ecosistémicos, socioculturales y de base productiva. Un lugar en donde la tradición campesina, arraigada en la cultura de inquilinaje, y las formas modernas de subsistencia conviven diariamente.
Un territorio ubicado a pocos kilómetros de la zona más densamente habitada del país (Santiago), y que es presionado en forma constante desde hace dos décadas por el desarrollo inmobiliario y la venta de parcelas de agrado que fragmentaron aún más un paisaje ya distorsionado por las actividades agrícolas y forestales propias de principios y mediados del siglo pasado.
Recientemente los medios de comunicación dieron cuenta del estado crítico de la laguna de Aculeo producto de la baja considerable en su nivel, lo cual no solo afecta el turismo y su belleza escénica, sino que también a la biodiversidad que alberga y de lo cual poco se ha comentado.
Los problemas ambientales la laguna de Aculeo los registra desde hace muchos años, los cuales surgen de la mano de intervenciones humanas, como también de causas físico-químicas que, de manera acumulada, han generado cambios importantes en la calidad de la laguna.
Por una parte está la tendencia natural a la eutrofización (aumento de nutrientes) debido a la mínima capacidad de recirculación de las masas de agua y, por otro, las actividades que aceleran este proceso natural, tales como la demanda de agua para riego (de cultivos y de parcelas ribereñas), los aporte de sedimentos desde laderas deforestadas por proyectos de urbanización, la contaminación de las aguas principalmente por productos agrícolas, hidrocarburos provenientes de las actividades náuticas, aguas servidas desde campings y residencias, residuos sólidos, agua clorada de piscinas, entre otros, que en su conjunto han contribuido a debilitar la calidad del agua de la laguna.
A lo anterior, se suma el hecho que en épocas de menor volumen de agua, y considerando la remoción del fondo debido a las turbulencias generadas por los motores de embarcaciones, ocurre una resuspensión de nutrientes del fondo, generando un bloom algal del cual deriva una disminución del oxígeno disuelto y episodios de mortandad de peces.
La consecuencia directa es una emergencia sanitaria asociada a la descomposición de estos en el agua y ribera, generando no sólo malos olores sino también riesgos de infección.
Por otro lado, el aumento en la extracción ilegítima de aguas de la laguna, de la mano del crecimiento inmobiliario y de población demandante del recurso hídrico, así como también de actividades agrícolas, lo cual genera un aumento de la extracción por parte de agentes sin derechos de agua, generando una disminución del nivel y afectación de la dinámica trófica. También el caso de algunos propietarios que rellenan la ribera para ganar terreno por parte de particulares, especialmente en campings, y construcción de obras como muelles y pretiles que impiden el normal curso de las aguas (recirculación y crecidas naturales estacionales).
Como se intenta explicar, los problemas de la laguna no se deben solo a la recarga de agua, sino que a una serie de acciones humanas que contribuyen a su deterioro.
Es importante recalcar que frente a esta situación de vulnerabilidad ante el daño ambiental que afecta a la laguna como a su entorno, podría implicar la pérdida de importantes bienes y servicios ambientales, así como también el deterioro de espacios para el desarrollo social y cultural de sus habitantes, con la consecuente pérdida de valor ambiental, económico y social de la zona.
Existe información y diagnósticos que dan cuenta de todas las componentes que inciden sobre el estado de la cuenca y de la Laguna, así como también de un Plan de Gestión Ambiental para abordar de manera sistemática todas estas problemáticas. Sin embargo, la acción institucional y ciudadana se han trasformado en factores limitantes para emprender un ámbito sustentable de trabajo.
Para el caso del a institucionalidad, existe poca claridad respecto a las competencias de los servicios públicos sobre la laguna, lo cual puede explicar el escaso compromiso estatal para priorizar el territorio, fiscalizar las acciones, sancionar las ilegalidades y proteger la cuenca y la laguna.
Se reconoce la existencia de dificultades asociadas a la ausencia de un marco claro de funciones, competencias y atribuciones públicas y privadas para la gestión de la laguna y la cuenca de Aculeo en general.
Esto conlleva a una falta de regulación integral de las actividades humanas y a la necesidad de una articulación efectiva de las diferentes visiones e intereses en torno a los bienes y servicios ambientales que ofrece la zona. Por ello, cualquier solución o estrategia que se plantee tanto para mantener valores y calidades ambientales, como para remediar condiciones de degradación, dependerán en gran medida de la relación proactiva que puedan establecer sus habitantes y las instituciones públicas pertinentes con el entorno que los rodea.
Esta relación puede verse afectada tanto por la percepción que se tenga respecto de las características y utilidad de los servicios ambientales, así como por los potenciales usos que los actores prioricen para la laguna y la cuenca. Todo ello requiere ser analizado en el marco de un proceso participativo que genere los mecanismos de apropiación e integración de las decisiones, y que validen las propuestas de gestión.
Por otro lado, la acción institucional sobre la laguna de Aculeo se ve dificultada por aspectos de dimensión legal y administrativas.
Una de estas tiene relación con la figura jurídica privada de la laguna que se ha transformado en un obstáculo para la intervención estatal y municipal.
I) La irregularidad en sucesiones y títulos de dominio que dificulta la determinación de responsabilidades respecto a la gestión del territorio.
II) Irregularidad en la ejecución de planes de manejo forestal, permisos de edificación y cambios de uso de suelo.
III) Baja formalidad en trabajos de servicio por ausencia de calendarización anual de actividades, programas permanentes de fiscalización y escaso traspaso de la información obtenida.
IV) Escasez de instrumentos de ordenamiento territorial.
En lo que respecta al involucramiento ciudadano local, es urgente implementar programas orientados a generar instancias concretas de participación sistemática, con involucramiento proactivo y empoderado de la ciudadanía respecto a los procesos relacionados con la protección del patrimonio hídrico, natural y cultural.
Esto permitirá mejorar la eficiencia en el despliegue de esfuerzos de gestión y mejorar las redes sociales de la comunidad aculeguana como apoyo y facilitación para una gestión sustentable del territorio.
La educación ambiental es otra componente de relevancia con el objeto de educar y sensibilizar a la comunidad local y visitantes respecto a las características y dinámicas naturales y generales de los ecosistemas del territorio, y las actividades humanas que los protegen o deterioran.
Esto permitirá poner en valor el patrimonio territorial y clarificar los criterios con los que se evalúan el avance y el éxito de las medidas de gestión sustentable sobre el territorio.
La generación y promoción de actitudes de protección hacia la zona debiese estar acompañada por la entrega de información relevante que sostenga y justifique dichas acciones y actitudes.
Para esto se hace necesario crear instancias formales y no formales de educación ambiental y de sensibilización, a través de la incorporación de contenidos a los programas educativos locales; de campañas de sensibilización dirigidas y/o masivas y de la ejecución de campañas itinerantes de educación ambiental para la comunidad no escolar.
Las campañas de sensibilización y educación ambiental en las organizaciones de base de la cuenca, instituciones locales, propietarios de ribera y laderas de cerros y visitantes externos, generarán una instancia en la que puedan articularse la educación ambiental con la protección del patrimonio.
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