Siempre se observa a los activistas, en las grandes conferencias mundiales, manifestando que -frente a una causa- no se hace nada. Sin embargo, quienes estuvieron en la reciente Conferencia sobre los Océanos de la ONU, organizada por Kenia y Portugal, y en la que participaron más de 120 países, quedaron esperanzados, y Chile cumplió un rol importante en ese liderazgo.
Los océanos se están muriendo y se torna urgente abordar los efectos acumulativos del calentamiento global sobre los mares, incluyendo la degradación de los ecosistemas y la extinción de especies. Es cierto que la humanidad no ha sabido salvaguardar los majestuosos, ricos y extensos cuerpos de agua que cubren dos tercios del planeta. Los seres humanos hemos destruido "los siete mares" quemando combustibles fósiles, lo que ha generado que se calienten, sean más ácidos y menos habitables para los peces y las plantas, vertiendo plásticos que perduran durante siglos y capturando cientos de especies a punto de desaparecer.
La conferencia se desarrolló en un momento crítico, en el que el mundo está reforzando sus esfuerzos para crear y promover soluciones que permitan alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible antes de 2030, siendo el ODS14, uno golpeado por el cambio climático y la contaminación, entre otros factores. Queda claro que se necesita mayor decisión política a nivel global, para que se aborde con sentido de urgencia, el grave estado de los océanos. Más aún cuando los líderes mundiales admitieron con franqueza estar "alarmados por la emergencia global a la que se enfrenta el mar". Es significativo que más de 3 mil millones de personas dependan de los ecosistemas marinos para su alimentación y sustento, por lo que es indispensable desplegar soluciones, y acelerar las acciones actuales y futuras.
Chile, una vez más, asumió un rol activo en la agenda internacional ambiental, anunciando el lanzamiento de la Coalición América por la protección del Océano, mostrando cómo debemos trabajar de manera colaborativa: combatir en conjunto la erosión de las costas, tomar medidas para evitar la rapidez en la subida del nivel del mar, el calentamiento, el grado de acidificación, la contaminación marina, la sobreexplotación de peces, la disminución de la biodiversidad y tomar iniciativas de conservación de la fauna marina.
El documento final reafirma algo que sabemos: el océano es fundamental para la vida en nuestro planeta y el futuro. Los firmantes resaltaron la importancia de aplicar el Acuerdo de París de 2015 y el Pacto Climático de Glasgow, resultante de la COP26, para ayudar a garantizar la salud, la productividad equilibrada, el uso sostenible del mar y la resiliencia del océano. La iniciativa "Desafío de Proteger Nuestro Planeta" invertirá al menos 1.000 millones de dólares para la creación, ampliación y gestión de áreas marinas protegidas. Más de 150 Estados se comprometieron a proteger al menos el 30% de los océanos. También apostaron a la carbono neutralidad para 2040, reducir la contaminación por los plásticos y aumentar la inversión en tecnologías, para la generación de energías renovables. Chile no puede dejar de salvar su mar, que está en su esencia, y al salvarlo, contribuir a la humanidad.
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