La COP 25 era la gran oportunidad que tenía Chile para liderar la agenda de un nuevo modelo económico sustentable, tanto para los países en vías de desarrollo, como para el concierto internacional. No obstante, la mediocridad de la política del gobierno desaprovechó esta gran instancia por la preocupación de que “los vuelos aéreos no fueran reprogramados”, como si la crisis mundial del calentamiento global dependiera de regresar a los países de origen horas antes u horas después. Esto da cuenta de las prioridades de la actual administración.
Tras el estallido social del país, urge pensar en el surgimiento de nuevos líderes políticos que indiquen una ruta clara de Desarrollo Económico Sustentable y que cuya preocupación sea algo más importante que “la pérdida de las conexiones aéreas”.
Si la reflexión de los políticos es sobre este tipo de detalles, como lo fue la consideración de la Ministra de Medioambiente en la cita planetaria de la COP 25, el país no solo perderá espacios de desarrollo, sino que irá por una ruta de retroceso, decadencia social, económica, ambiental y política.
Chile requiere un nuevo modelo de desarrollo que se sustente en su capital humano brindando oportunidades por meritocracia y no por relaciones de privilegios.
Un país que no ofrece a su gente instancias de crecimiento es un país que está condenado al fracaso absoluto, así como fracasó Chile en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2019.
En este escenario son las universidades públicas las que deben jugar un rol fundamental propiciando nuevos desarrollos productivos, orientando el modelo económico y la industria sobre la base de las capacidades y considerando las vocaciones de cada espacio local.
Chile posee el PIB per cápita más alto de la región con US$ 25.000 por paridad de compra (lamentablemente para el país este 2019 Chile será superado por Panamá con US$ 27.000).
No obstante, esta expansión ha estado dada por un modelo exportador de materias primas que tiene fecha de vencimiento, pues depende de la agregación de porciones de territorio finito para crecer. En este contexto, estrategias como las generadas por el ex ministro de Energía, Máximo Pacheco, en tanto descarbonizar parte de la matriz energética de Chile con energías renovables no convencionales, es uno de los caminos a seguir.
Un nuevo esquema de desarrollo además requeriría de los esfuerzos de empresas estatales como CODELCO y, en el cual se generen nuevos compromisos ambientales, impulsando tecnología para las operaciones y explotaciones de la gran minería, surgida desde la ingeniería nacional con apoyo de las Casas de Estudio públicas, entre otros actores. De esta manera, se promoverá transferencia de conocimiento de alto nivel, sobre la base de las ventajas competitivas que tiene el país en esta particular industria.
Es de esperar, que esta crisis sea para Chile una gran oportunidad de crecimiento económico y desarrollo sostenible de su capital humano y que no termine siendo como el mal capítulo vivido en COP 25, en que la mediocridad y la mirada de corto plazo producto de “no cambiar o reagendar los vuelos aéreos” desatara la burla de los expertos internacionales.
Co autor Cristian Escobedo, Académico FAU Universidad de Chile, Magíster en Políticas Públicas.
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