"La prensa es la artillería de la libertad", Hans Cristian Andersen
El 11 de julio se conmemora el nacimiento del Colegio de Periodistas, creado en 1956 gracias a la ley 12.045. Fue una tarea difícil, no todos los estamentos de la época estaban de acuerdo darle un estatus universitario, y al contrario, lo consideraban simplemente un oficio.
Los grandes consorcios de la prensa escrita y radioemisoras veían un peligro inminente en su especialización en las distintas áreas del quehacer periodístico. Aquellos que por años ejercieron como comunicadores sociales lograban su colegiatura, un factor importante por la labor cumplida, en beneficio de toda la comunidad, ávida de saber las noticias al instante y por sobre todo creíbles.
Es más, la libertad de expresión es una exigencia autoimpuesta. Jamás aceptaron la censura previa, cuando esta trataba de imponerse por angas o por mangas, ardía troya en el medio. Un principio que les ha costado muy caro defender
Sus luchas por "la verdad hasta que duela" son ejemplo de un colegio profesional que, en las duras y maduras, mantenía sus principios básicos de honestidad. Sabiendo que su labor va más allá de un informativo, por tanto, tiene que ser y no parecer, defensor irrestricto de valores intransables, para que una sociedad pueda confiar en el valioso poder que ostenta.
Como en todas las profesiones, casi sin excepción, el machismo era predominante en el periodismo. Luego se fueron incorporando las féminas, destacando por su valentia y capacidad, no hay espacio vedado para ellas. Ejercen su trabajo con un profesionalismo admirable, en cualquier medio, con reconocimiento transversal y universal.
Pero no todo en la vida es miel sobre hojuelas, la responsabilidad del periodista cubre una doble dimensión, cuidar los pilares que conforman un país, sobretodo luchar por mantener total independencia ante intereses mezquinos que corrompen las instituciones. Ellos y ellas son los guardianes de la transparencia total.
Muchos periodistas han caído en el cumplimiento de su deber de informar, otros han sido perseguidos cruelmente por denunciar las atrocidades que comenten gobiernos corruptos o de facto, cesantes por defender los derechos de los débiles, especialmente de mujeres y niños indefensos.
Las dictaduras, el narcotráfico y las cruentas guerras son su blanco predilecto, cientos de profesionales han sido secuestrados, torturados o desaparecidos, a los inescrupulosos les incomoda que descubran e informen a la opinión pública sus fechorías. Las democracias se sustentan en el periodismo libre.
Chile tiene una mancha negra, una larga lista de periodistas fueron arrestados, sin causa alguna, y sin juicio previo vilmente sentenciados a muerte. Sus familiares aun buscan a sus seres queridos para darles cristiana sepultura. Lo que se les niega permanentemente.
Por venganza el dictador Pinochet, mandó a matar al destacado periodista José "Pepe" Carrasco, tras el atentado que sufrió. Él, cómo varios más, lucharon con su pluma, denunciando las atrocidades cometidas por el régimen militar en los escasos medios que se podía escribir, con las concebidas represalias.
La Corte Apelaciones de San Miguel acaba de sentenciar a 4 oficiales de la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes, después de 50 años, por el asesinato a los periodistas José Miguel Rivas, José Leonardo Pérez y la secretaria Rebeca Espinoza. Sus cuerpos aun no son encontrados, ni devueltos por sus verdugos.
Julián Assange, editor y periodista, fundador del sitio web WikiLeaks, donde denunció las atrocidades cometidas por EE.UU. en las guerras de Irak y Afganistán, así como en la cárcel de Guantánamo, después de 10 años de persecución y detención logró su libertad, un ejemplo de consecuencia inalterable que debemos al menos reconocer. El resto es ser cómplice, de la mentira y del engaño.
La prensa es la antorcha de la libertad. Que debemos cuidar y preservar, para beneficio de toda la humanidad. Brindar un tributo al periodista es siempre un honor, que bien se lo merecen.
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