Campaña municipal dará inicio a la presidencial

Cuando vayamos a votar en octubre para elegir alcaldes y concejales habrán transcurrido casi 3 años desde la elección presidencial de diciembre de 2013. No es poco tiempo, y han pasado demasiadas cosas. Por lo tanto, es posible que la elección municipal adquiera el carácter de un pronunciamiento nacional sobre la marcha del país, en particular sobre la gestión de la Presidenta Bachelet y su gobierno.

No solo eso: es probable que marque el inicio de la campaña presidencial. ¿Tendremos por lo tanto una sola gran campaña hasta noviembre de 2017? Algo así. El telón de fondo será la crisis de confianza, de lo cual es expresión el desprestigio de los partidos y el Congreso, la inquietante situación de la economía y, cómo no, el debilitamiento del gobierno.

Respecto específicamente de los municipios, ojalá que la elección ayude a poner fin al “feudalismo municipal”, que no otra cosa es la situación de los alcaldes que llevan 4, 5 y hasta 6 períodos en el cargo. Algunos aspiran ahora a un séptimo período, por lo que podrían estar más de un cuarto de siglo en sus puestos, como ya lo han hecho ciertos diputados. Se trata de una anomalía permitida por la ley hasta ahora, gracias a lo cual numerosos alcaldes se han convertido en pequeños monarcas en su comuna.

Es hora de cambiar esto. Y es hora también de lanzar una batida a fondo contra las diversas expresiones de corrupción municipal, en las que están comprometidos moros y cristianos. Es urgente erradicar los abusos de poder, el clientelismo y los negociados.

El director del Servel, Patricio Santamaría, informó que en la elección municipal de 2012 compitieron 17 partidos y que esta vez podrían llegar a 39. Nada asegura que los nuevos partidos vayan a ser mejores que los antiguos, pero es positivo que surjan nuevas colectividades y que los electores tengan más alternativas entre las cuales elegir. Una mayor competencia puede aportar  aire fresco a la política.

Podrían producirse sorpresas en los resultados de octubre. El malestar frente a la clase política, sobre todo por los escándalos del financiamiento fraudulento de las campañas, buscará manifestarse de alguna forma. Esto quizás favorezca a los nuevos partidos por el hecho de que van ligeros de equipaje. Es posible que algunos de los partidos más comprometidos en los enredos de platas, como la UDI, paguen un alto costo en las urnas. Del mismo modo, los partidos oficialistas tal vez empiecen a pagar la factura de las frustraciones de mucha gente.

Necesitamos sanear la política, limpiarla de las malas costumbres, alentar la renovación del personal. En este sentido, hay que valorar los avances conseguidos en materia de transparencia en la nueva ley de partidos y en la que fija nuevas normas sobre el financiamiento de la política, que recogieron en buena medida las recomendaciones de la Comisión Engel.

La elección municipal es de difícil pronóstico porque el cuadro está suficientemente revuelto. Podría ocurrir que los factores locales o el atractivo de los candidatos influyan menos que en otras ocasiones, dado que los votantes quizás prioricen su deseo de reclamar, protestar e incluso sancionar a través del voto a quienes consideran responsables de sus problemas.

La derecha tratará de capitalizar el descontento contra Bachelet que reflejan las encuestas, para lo cual buscará que la elección sea una especie de referéndum sobre su desempeño. La disposición derechista de jugar fuerte queda ilustrada por la decisión de la ex candidata presidencial, Evelyn Matthei, de postular al cargo de alcaldesa de Providencia.

Se escucha decir que, a causa del voto voluntario y de la mala opinión sobre la clase política, podría aumentar la abstención. Sería lamentable, porque la democracia sólo puede regenerarse mediante la participación activa de los ciudadanos. La marginación no sirve de nada. Le corresponde al gobierno alentar la participación: eso sí que es educación cívica. Es indispensable restablecer el voto obligatorio.

El gobierno tuvo la desafortunada idea de hacer coincidir La campaña municipal con el llamado proceso constituyente, el que provoca fundadas dudas en amplios sectores. Esto puede convertirse en un gran factor de confusión, sobre todo porque se ha creado la expectativa de que, a partir de los cabildos, empezará a emerger una nueva Constitución, lo cual es desmesurado e ilusorio, y por lo tanto fuente de nuevas frustraciones.

Lo más conveniente para Chile, y para el propio gobierno, es que los eventuales cambios constitucionales sean abordados con serenidad por el próximo Congreso.

Volvamos al punto de partida. Todo indica que la campaña municipal será la primera etapa de una confrontación política global que culminará el próximo año. Los presidenciables tienen perfecta conciencia de ello, lo cual explica el nerviosismo y las maniobras de este período.

Decir que es mejor no adelantar la competencia presidencial es solo una manera de mostrar buen comportamiento, puesto que todas las fuerzas políticas están sacando cuentas y los interesados en postular están afinando sus planes.

Por supuesto que a ningún gobernante en funciones puede gustarle que, antes de que se cumpla la mitad de su mandato, se empiece a hablar de su posible sucesor, pero esa es la realidad.

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