¿Carencia de servidores públicos?

     

El Tedeum 2016 realizado recientemente en la Catedral Evangélica no debería pasar inadvertido para los ciudadanos; menos para la clase política, pues los diferentes oradores expresaron con absoluta claridad las fallas y carencias de nuestro Chile actual.

Sin embargo, a juzgar por las declaraciones que algunas autoridades formularon a los periodistas al término de la ceremonia evangélica, no todos los asistentes demostraron haber comprendido el mensaje más profundo, lo que viene a comprobar que la exigua comprensión lectora y auditiva que se evidencia entre los escolares, es mucho más amplia.

Hubo personeros políticos que retuvieron en su memoria que Chile debe mejorar, trabajar más,  que no debe existir tanta desigualdad, que las AFP deben terminarse, que la salud, que la educación… Sin embargo, los pastores evangélicos pusieron énfasis en otras ideas y principios muchísimo más importantes. Nos hablaron de valores humanistas. Y lo hicieron claramente.

¿Qué pasó, entonces, que no se recogió su mensaje más profundo? ¿Será solo por falta de capacidad de comprensión o la actitud de no querer oír? Si fuese lo primero, sería muy lamentable. pero si fuera lo segundo, sería trágico, porque no hay peor sordo que el que no quiere oír, como dice el refrán y sabemos que los refranes contienen grandes verdades.

Entre todos los mensajes dados por los diferentes pastores evangélicos, hubo uno que no fue recogido en las declaraciones de los políticos consultados por los medios de comunicación.

En efecto, el obispo Emiliano Soto, pastor de la Iglesia Evangélica Pentecostal Reformada, expresó con absoluta claridad que, toda nuestra clase política, tanto de oposición como de gobierno, están más preocupados de sus propios proyectos y de su agenda que de los problemas de la ciudadanía.”

Y parece que nadie advirtió este trascendental mensaje que  supera en profundidad y relevancia a todo lo dicho por los pastores evangélicos. Porque el contiene una crítica a una actitud valórica, a una escala de valores no asumida., ya que lo que los ciudadanos esperamos de nuestras autoridades es una vocación o espíritu de servicio a la cosa pública, a la “res pública”, es decir, a la República y no a sus intereses privados.

Por eso son “servidores públicos”, pero evidentemente no lo es quien “está más preocupado de sus propios proyectos y de su agenda que de los problemas de la ciudadanía.” Carecer de servidores públicos es lo realmente grave, mucho más que todas las otras fallas y carencias que fueron expresadas durante el reciente tedeum evangélico.

Consecuencia directa de lo anterior. ¿Dónde iremos a buscar a los “servidores públicos” que Chile necesita? ¿Dónde estarán? ¿Por dónde comenzamos a buscarlos? ¿En el ámbito académico-universitario? ¿En los gremios? ¿En los colegios profesionales? ¿En el sector industrial? ¿Entre los empresarios? ¿En los partidos políticos? ¿En el Poder Judicial? ¿En la Masonería? ¿En la Iglesia Católica? ¿En las Fuerzas Armadas? ¿Entre las Iglesias Evangélicas?  ¿Alguien sabe dónde se encuentran? ¿Dónde estará la reserva valórica, la reserva moral, la probidad de los chilenos?

Probablemente existan algunos individuos en cada uno de estos ámbitos, pero ¿cómo los reconoceremos? Precisamente ahora que se nos avecinan períodos eleccionarios, cuando las encuestas nos dan nombres conocidos y otros no tanto como candidatos presidenciales, es más urgente examinarlos bajo la lupa del valor “servicio público” . Entonces, ¡a fijarse bien por quién votaremos! Tarea nada fácil.

Ante la proximidad de nuevas elecciones políticas, resulta saludable examinar los aportes que cada parlamentario ha sido capaz de efectuar en beneficio de Chile.

Si ha sido satisfactorio o bueno, que sea reelegido; de lo contrario, que se vaya para su casa y deje de profitar en su propio beneficio. No nos sirven los parásitos públicos. Chile necesita verdaderos servidores públicos, eficientes y probos. Todos los demás sobran y son un lastre.

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