Consulta ciudadana: 4 síntomas del fin de la ex Concertación

¿Qué podemos sacar en limpio de la consulta ciudadana de Unidad Constituyente? En primer lugar, que la ex Concertación está electoralmente destrozada. Más que una consulta ciudadana, fue una consulta partidaria, que no logró convocar a la ciudadanía. Los datos son decidores. Con el 96,1% de las mesas escrutadas se contabilizan 140.698 votos en total. Según el Servel, a abril de 2021 el Partido Socialista tenía 43.895 militantes, el PPD 32.898, la Democracia Cristiana 32.237, el Partido Radical 29.293 y el Partido Liberal 10.509. Sumados dan 148.832 militantes. Es decir, ni si quiera lograron movilizar a todos sus militantes.

Para hacernos una idea del desfonde electoral, en la primaria de Chile Vamos el candidato que resultó último entre los cuatro aspirantes obtuvo 131.730 votos, apenas un poco menos que los votos sumados de Provoste, Narváez y Maldonado. Por otro lado, si tomamos como base a los 1.340.020 electores que votaron en la primaria de Sichel, Lavín, Briones y Desbordes; la de Unidad Constituyente -en comparación- apenas convocó a 10,4% y Provoste obtuvo sólo 13,9% de los votos que movilizó Sichel. En conclusión: un desastre electoral por donde se lo mire.

En segundo lugar, se ratifica que la segunda vuelta será entre Sichel y Boric. La presidenta del Senado parte desde muy atrás en su aspiración no logró la legitimidad democrática que esperaba. La brecha de movilización que la separa con el bloque Frente Amplio-Partido Comunista es abismante. En la consulta partidaria del sábado apenas congregaron alrededor de 8,6% de lo que convocó la primaria entre Jadue y Boric. No queda claro que los sectores de izquierda de la Unidad Constituyente voten por ella. Ya sabemos que figuras del PS y parte de sus bases están con Boric. Esa debilidad ya tiene consecuencias prácticas, con un MEO que -con su cuarta aspiración presidencial- fragmentará aún más el espacio político-electoral de la ex Concertación.

Tercero, la baja participación del sábado demostró que la senadora Provoste y la DC no movilizan al electorado de centro y ni mucho menos a los independientes. Siguen pensando en el votante moderado en lógica transicional. Y la verdad es que muchos de ellos ya tomaron una decisión y votaron por Sichel en las primarias de julio.

Es evidente que la senadora Provoste no convoca al centro y a los independientes moderados por una razón muy simple: ella no es de centro. Está a favor de nacionalizar los fondos de pensiones y de liberar a los denominados presos del estallido. Dos cosas con las que esos electores (y la mayoría de los chilenos) no están de acuerdo. Sichel, en cambio, tiene todo el espacio para buscar a esos ciudadanos desafectos con los partidos de la ex Concertación.

En cuarto lugar, los resultados demuestran que la candidatura de Provoste sigue la lógica y los códigos de la política tradicional, asumiendo erróneamente que los partidos tienen el monopolio de la representación de determinados sectores. Ese raciocinio ya no sirve para explicar las preferencias de la ciudadanía y ni siquiera de sus propios militantes. Ningún partido tiene el monopolio de la representación. Las personas se mueven por propuestas, proyectos y figuras que logren encarnar ideales e historias de vida.

Raya para la suma, la consulta partidaria del sábado dejó en evidencia que Provoste no logrará levantar una candidatura viable. Su discurso es reflejo de todo lo anterior, cuando señaló que "este país no puede pensar que el próximo gobierno va a llegar a experimentar, a ser ensayo y error, de cambiar de un gerente a otro, de un Sebastián a otro Sebastián". Sus palabras implican un menosprecio a los chilenos, como si no fueran capaces de discernir entre programas, propuestas y liderazgos completamente distintos. Esa mirada desde arriba, propia de la política noventera es la que no le dará el paso a la segunda vuelta, y dejará a su coalición en peligro de extinción política.

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