El camino hacia una nueva Democracia para Chile

La nueva década trae consigo un camino ya trazado. Será el tiempo de construir un nuevo Chile, en que exista la voluntad de que se haga todo lo que se debe hacer. 

Se está avanzando en acuerdos institucionales para canalizar la crisis social que vive el país. Como el que permitirá a los chilenos decidir si quieren una nueva constitución y escoger el mecanismo, siendo la primera de nuestra vida en democracia. 

Se habla de avanzar en un nuevo “pacto social”, que está dirigido a disminuir la desigualdad, sobre todo económica. 

Pero para fundar una nueva y verdadera democracia, debemos hacer las cosas de manera diferente, desde instituciones y acuerdos que permitan sustentar esta forma de convivir socialmente. Es fundamental mirar qué es lo que hemos administrado en nuestra historia y especialmente desde la dictadura hasta hoy. 

Vayamos hasta hace unos años atrás, cuando en Chile se instaló por la fuerza el sistema neoliberal, el que se consolidó exitosamente, incluyendo sus anomalías. 

De ese proceso, sobresale la consagración de la pirámide invertida de valores que sustentan el modelo económico, y cómo el sistema político se fue subordinando a el. Un modelo en que propiedad, mercado y aseguramiento de condiciones para su funcionamiento son la prioridad. 

Una de las consecuencias de esto tiene relación con la destrucción del tejido social. Tras eso, persona y comunidad no son prioridad, esto concluyó con una sociedad de consumidores que se relacionan directamente con el mercado, pero que no establecen vínculos ni relaciones de profundidad con sus pares, más que con los círculos pequeños de interés, y en lógica utilitaria. 

Acabamos en una sociedad divorciada, sin diálogo ni conversación, sin empatía, a la larga deshumanizada y con muchos olvidados como ancianos y jóvenes vulnerables. 

Entonces, hay que ser conscientes que hablar de cambios implica para lo que viene un proceso de largo plazo. Se requiere un diálogo sincero en que la diversidad social pueda encontrarse, conversar, conocerse y re conocerse para la construcción de un destino común, en que para todos debe significar ceder algo. Un mensaje que deben comprender quienes más tienen, especialmente los más privilegiados. 

Por lo anterior, el desafío implica poner sobre la mesa algunos criterios. Por ejemplo, que todas las generaciones deben ser parte del proceso y las nuevas generaciones deben ser protagonistas; no puede haber temas vetados y debemos reunirnos en torno al respeto mutuo y la voluntad de co-construir. 

Una nueva Constitución no resolverá todos nuestros problemas, la sociedad chilena debe mirar sus lastres, hacerse cargo, para no terminar con un hermoso texto, pero sin resolver nuestros conflictos históricos, las deudas con los pueblos originarios, el clasismo, la discriminación, el abuso de poder, el arribismo, el amiguismo, la indolencia y la corrupción. 

El desafío de aquí en adelante es tener una profunda reflexión sobre nuestro potencial, y ver cómo este se puede desarrollar, basada en una decisión conjunta y que eso termine en un gran pacto social por una nueva democracia que los acoja a todos y todas, donde nadie quede atrás, donde los derechos humanos sean asumidos y reconocidos por todos. 

Que la libertad no sea a costa de otros, que las políticas públicas no tengan a tantos olvidados y omitidos, la dignidad sea reconocida y respetada no solo por instituciones, sino también por las personas, los asuntos públicos sean asumidos como compromisos esenciales en los que los ciudadanos debemos ser parte, que la justicia sea un acto cotidiano y consciente.

Y es urgente lograr que todo nuestro sistema social, político y económico sea configurado bajo la sustentabilidad, especialmente medio ambiental, donde podamos volver a establecer valores como la honestidad, la ética y la confianza e integrar nuevos conceptos como la resiliencia y la sustentabilidad. 

En resumen, nuestro pacto social debe contar con 3 pilares:

Reglas acordadas y asumidas por todos para los próximas décadas, que se reflejarán en una nueva Constitución y sus leyes.

Un cambio en el sistema económico, orientado a hacerlo menos desigual, más democrático y obligatoriamente sustentable.

Un gran pacto para avanzar en una sociedad democrática y comprometida con la construcción permanente del nuevo Chile y con una especial participación de viejas y nuevas generaciones.

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