En septiembre se recuerda la memoria de chilenos y chilenas insignes que fueron víctimas del terrorismo internacional de la dictadura de Pinochet. El general Carlos Prats y su esposa, el canciller Orlando Letelier y su secretaria, Bernardo Leighton y señora, así como tantos chilenos y chilenas que fueron víctimas del Estado terrorista, que actuaba con sicarios de su propio país.
Acciones viles y mortíferas, planificadas fríamente y con exactitud para quitar la vida a las personas que el dictador mandaba a asesinar. En Buenos Aires, Washington o Roma, el derecho internacional no importaba y los intereses estratégicos de Chile tampoco. También, centenares de jóvenes secuestrados, trasladados a Chile y asesinados por la DINA en su afán criminal de eliminar físicamente a los opositores de izquierda, fuera en Chile o el exterior, dejaron una marca terrible de las extremas crueldades a las que llegó el terrorismo de Estado.
En la actualidad, la derecha condena el terrorismo y utiliza las acciones de organizaciones criminales vinculadas a ese tipo de conductas, en particular, en la macro zona sur, para atacar duramente al gobierno y al Presidente Boric. En Chile no hay censura y el debate político es libre, pero estando en el mes de septiembre, lamentablemente, comprobamos que respecto del terrorismo de Estado de la dictadura de la derecha, otro año más, no dirán palabra y predicaran aquello que su negro pasado les impide predicar.
Ahora en democracia, el país pudo disfrutar de las fiestas patrias sin el temor a la represión política y al terrorismo de Estado. Sin embargo, hay un nuevo enemigo de la comunidad chilena: el crimen organizado. Son bandas que pretenden generar una cultura de violencia y crueldad desde la cual imponer sus acciones aberrantes y crímenes inauditos. Su ley es la ley de la selva.
Esas organizaciones criminales también son enemigas de la institucionalidad democrática. No hay cosa que pudiera favorecerlas más que el Estado se corrompa y debilite hasta quedar impotente. En ese propósito coinciden con los grupúsculos de ultraderecha que no quieren Estado, no es casual que elementos del lumpen se incorporen a esas agrupaciones extremistas.
En consecuencia, la lucha por la probidad y contra la corrupción, especialmente en los Tribunales de Justicia, tiene un rol central en la buena marcha del Estado y en la estabilidad democrática.
En el mes de la patria vale la pena reafirmar el compromiso con Chile reforzando la democracia, condenando el terrorismo de Estado que puso término a la vida de compatriotas insignes, así como, reiterando que la consolidación de la institucionalidad democrática es la más firme e insustituible garantía para que Chile pueda avanzar y prosperar en paz, con dignidad y justicia.
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