El diario del No

Ismael Llona
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En 1988 la prensa democrática estaba subordinada por la fuerza. La fuerza bruta había eliminado, hacía 15 años, en 1973, a periódicos y diarios de gran tiraje e influencia como El Clarín, Puro Chile y Ultima Hora, había puesto fin a El Siglo legal, a Punto Final legal, a la revista De Frente y otras. Y el distanciamiento de los líderes de la DC con los militares en el tiempo posterior al golpe había hundido también a La Prensa.

Prácticamente todo el mensaje de prensa desde 1973 en adelante había sido monopolizado por El Mercurio y La Segunda, diarios oficiales de la dictadura.

Después de 15 años de lucha libertaria se había recuperado algunos espacios. Se habían logrado parar en dos pies La Época y Fortín Mapocho, prácticamente sin publicidad, y estaban Análisis, Cauce, El Siglo más o menos clandestino, el Punto Final y otros esfuerzos de prensa reconstruidos al precio de las persecuciones, del exilio, de la cárcel e incluso de la muerte.

En lo que podríamos llamar “La campaña del plebiscito” el peso del mensaje escrito de la dictadura, sumado al de la inmensa mayoría de las radios (la Cooperativa era una excepción) y al de la totalidad de la televisión (salvo la franja tan famosa ya, ganada para algunos minutos en los últimos días de la campaña) era casi incontrarrestable.

El NO contaba con la mayoría poblacional, con el puerta a puerta recién inventado, con las inmensas concentraciones, con el optimismo en la victoria, con la DC, algunos partidos recién legalizados como el PPD, con otros ilegales pero ya en funcionamiento clandestino o semiclandestino, con el Comité por Elecciones Libres, con el Comité de Izquierda por Elecciones Libres y, sobre todo, en las grandes regiones, con las organizaciones territoriales por el NO.

No todas las organizaciones democráticas y de izquierda estaban lanzadas por el NO.

Había quienes aseguraban que era bueno ganar por cierto pero que no se podría ganar, por “las condiciones objetivas”, porque era “imposible inscribir a millones de electores en tan corto tiempo” o porque “la dictadura nunca reconocería su derrota”, piticiegos ante las fracturas creadas en el bloque en el poder, que obligó a los gringos a tomar distancia y abuenarse con el NO, y al político Matthei y al pro-milico Jarpa a reconocer finalmente la derrota en su noche trágica.

En ese clima surgió, porque se les ocurrió a algunos, “la publicación semanal de circulación restringida y distribución gratuita, Boletín del Comando por el NO de la Región Metropolitana, VAMOS CHILE”.

Tuvo alrededor de una decena de números y un tiraje de 10 mil ejemplares. Era distribuido por el mismo Comando, que dirigía el hoy diputado por La Florida, en ese entonces dirigente del Mapu, Carlos Montes.

En la cúpula era respaldado por Genaro Arriagada y Carlos Figueroa, y entre los profesionales por Enrique Correa y su equipo.Me consta que el Vamos Chile multiplicó su lectura a 50 mil personas por cada número. Allí se mostró el avance y se señalaron las tareas de los que querían la victoria y estaban por jugársela en el terreno de las ideas.

También se entregó antecedentes para la lucha ideológica de masas, que en esos días previos al plebiscito llegó a su clímax.

En el N° 9 del Vamos Chile, a 13 días de la votación decisiva, bajo el título ¡ESTE ES EL CANDIDATO! se escribió, con una gran foto, el curriculum del único candidato, del dictador que seguía oprimiendo, torturando y matando, porque el dictador oprimió, torturó y mató hasta el final:

“Nombre: Augusto José Ramón Pinochet Ugarte.

Antecedentes: Ha gobernado a Chile como dictador durante 15 años. Tiene 73 años de edad. Rechaza toda norma democrática y su única intención es perpetuarse en el poder.

Obras: Se sublevó bajo el gobierno de Salvador Allende. Tomó el poder a través de un golpe militar. Ordenó el bombardeo a La Moneda y es responsable de lo que allí aconteció. Atacó por aire y tierra otros puntos de la capital y de provincias.

Cerró el Parlamento, los Municipios y las Juntas de Vecinos.

Ordenó quemar los registros electorales y suspendió la ciudadanía a 7 millones de chilenos.

Prohibió la existencia de partidos políticos y limitó a los sindicatos, los gremios y colegios profesionales.

Intervino militarmente todas las universidades.

Combatió a la Iglesia Católica. Desoyó sus llamados y ridiculizó sus ruegos de reconciliación. Detuvo y expulsó del país a monjas y sacerdotes.Bajo su gobierno se asesinó al Padre Jarlan.

Marginó y discriminó a la mujer. Subió las tasas de desocupación, de mendicidad y de prostitución infantil.

Ordenó reiteradamente el allanamiento de poblaciones y barrios.

Bajo su gobierno la cesantía juvenil, la drogadicción y la delincuencia llegaron a los más altos índices de la historia de Chile.

Bajo su gobierno han sido asesinados, por razones políticas, más de 10 mil chilenos, entre ellos civiles y uniformados.

Es fundador de la DINA y la CNI.

Bajo su mandato han desaparecido o han aparecido asesinados el General Carlos Prats, el ex Ministro Orlando Letelier, el dirigente sindical Tucapel Jiménez, el periodista José Carrasco, los opositores Manuel Guerrero, Santiago Nattino, José Manuel Parada y destacados dirigentes del Partido Comunista, el Partido Socialista, el Mir, la Izquierda Cristiana, el Mapu, el PDC y el PR.

Bajo su gobierno se institucionalizó la tortura, el exilio y las amenazas de muerte.

Se crearon campos de concentración como Isla Dawson, Ritoque, Cuatro Álamos, Chacabuco y otros.

Gobernó hasta hoy permanentemente con regímenes de excepción y la aplicación del artículo 24 de la Constitución, que le otorgó poderes omnímodos.

Desnacionalizó la economía del país; debilitó la industria nacional, empobreció a los sectores medios; llegó a las más altas tasas de cesantía y rebajó drásticamente los ingresos de los trabajadores.

Cerró diarios y revistas, amordazó la prensa y persiguió a los periodistas independientes.

Aisló internacionalmente a Chile. Su gobierno ha sido condenado reiteradamente por Naciones Unidas y la OEA.

Abandonó el Movimiento de Países No Alineados.

No tuvo relaciones o las tuvo tensas con casi todas las naciones de la Tierra, sin considerar su signo ideológico o su tipo de gobierno.

Los gobiernos de los países limítrofes han hecho votos por el retorno de Chile a la democracia.

Puso todo el aparato militar al servicio de su campaña para proyectarse.

Reconoció, en Punta Arenas, que “en elecciones libres no tiene más de un tercio de apoyo”.

El levantamiento, a 40 días del plebiscito, de los estados de excepción, con que ha gobernado 15 años, no borra para nada el carácter dictatorial de su gobierno.”

Santiago, agosto 26 de 1988”.

En Chile la correlación de fuerzas era pareja (sin contar la fuerza armada) pero a nivel mundial la cosa había cambiado de manera notable.

Europa, que en la Segunda Guerra había sufrido el nazismo y cinco años de toque de queda, se solidarizaba con quienes estábamos sufriendo más de quince. Pinochet estaba hastiando a los yanquis. Fidel y Kennedy estaban por el NO. El Tercer Mundo, también. Sudamérica. En Buenos Aires y Mendoza brotaba el cantito que empezó a sonar fuerte: “Vamos Chile, carajo, Chile no se rinde, carajo!”

De allí el nombre: “Vamos Chile”.

Escribieron en ese boletín, el diario del NO, periodistas como Marianela Ventura, Pedro Armendáriz y Jorge Escalante.

Diseñó e ilustró Jorge Rojas. Fue responsable de la impresión Jaime González. Cooperó la periodista Carolina Rossetti. También la periodista Ximena Gattás.

La publicación se armaba en una oficina de la calle Tarapacá, que arrendaba y prestaba el periodista Jaime Manuschevich.

Me consta. Yo fui una especie de director del periódico y el que escribió la biografía prontuarial del candidato, publicada el 26 de septiembre.Hace exactamente 24 abriles.

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