El "reality" no da para más

Es inquietante la situación existente en el bloque de gobierno, se vive un ambiente de críticas confusas por su propio contenido o intencionalidad, a lo que se suma la teoría que es mejor separarse que actuar unidos. Hay momentos que parece lo que se busca es exhibirse y no ganar en los próximos desafíos.

En efecto, aumentan las distancias entre los componentes de la Nueva Mayoría, pero se tratan como si esas dificultades se pudiesen despejar con una sola señal, o que resulten de fácil resolución para los Partidos gobiernistas. Sobretodo se insinúa que el impacto de dividirse en dos opciones se puede resolver después con buenas palabras.

Sin embargo, esa lógica dispersante traerá consecuencias mayores. No se repara que uno de los factores más complejos se refiere a la voluntad política, a la decisión de salvar los obstáculos y presentar una opción capaz de ser alternativa, de unirse para que la ciudadanía la apoye mayoritariamente y obtenida esa confianza, pedir seguir gobernando. Esa voluntad permite sumar.

Pero lo que se nota es el ánimo de atacarse unos a otros y no de seguir bregando tras el proyecto común y objetivos compartidos. Los ejemplos sobran, parece que se busca el conflicto. No se dice paremos, este no es un "reality". Tal vez, más de alguno piensa que, si Trump llegó desde uno de esos espectáculos, por qué no puede haber otro afortunado.

Hace años que apareció la distorsión que confunde el perfil político con el exhibicionismo mediático; esto viene a ser una triste copia de lo que hace la derecha, como ese sector tenía el dominio absoluto en los medios de comunicación, muchos concluyeron que había que imitarlos y fue así que comenzaron a hacer lo que ellos hacían, confundiéndose roles sociales y padrones de conducta de los de acá con los de allá.

Esta práctica debilitó límites que no debía, imperando un individualismo que ignora el rol de los Partidos a los que, paradojalmente, se les hace responsables de la crisis. Ante ello hay que ser claros, la situación crítica los incluye, pero los supera. Como se parlamentarizó la política, los Partidos son sobrepasados, pero la imagen de una élite, que en "una cocina" lo amarra todo, los afecta duramente, no obstante, el centro en la toma de decisiones ya no está en ellos.

Esto último es lo más grave, ya que por la vía la de ocultar o desconocer la pertenencia partidaria ya no se supo quién era quién, las opciones de sociedad y los proyectos políticos de largo plazo se desvanecieron. El efecto es que ahora la gente duda y lo piensa mucho si se reinscribe o no en las formaciones políticas con las que se identificó durante décadas. Se provocó una falsa pos modernidad a la chilensis, de la que brotó un escepticismo total.

Entonces, sin Partidos fuertes surgen grupos mediáticos, que hacen y deshacen verbalmente y no tienen apoyos sociales que los sustenten. La política pasa a ser un juego de palabras. La firmeza en las ideas se cambia por frases al voleo. El efecto es perverso, porque formular una política que piense en los más vulnerables se sustituye por lo aparente, a la postre, por una ficción. Es lo que explica el aumento del populismo de derecha y de izquierda.

En el espacio público se condena el "reality", pero se mira con morbo la tele y nadie corta la transmisión por qué es un embrujo demasiado poderoso. En los hechos es un juego virtual, por eso la retórica se va yendo cada vez más a la izquierda hasta terminar en una caricatura, que nada tiene que ver con los anhelos del movimiento popular, atrapados en la retórica los que se radicalizan "p'a la tele" acaban en un desorden político y conceptual  sin solución.

Por la ruta del exhibicionismo no se va a ganar, de ese modo la derecha no será derrotada. Hay que unificar los esfuerzos para instalar en la base social una alternativa capaz de competir, lo que exige tiempo, el que es escaso. Entonces, ya que los meses pasan volando hay que tomar real conciencia del desafío, de modo que cuando ello ocurra aun haya tiempo útil para actuar. Hay que asumir la responsabilidad. Ella es indelegable.

Es decir, debiese haber una mínima previsión de que se necesita acción en un tiempo políticamente definido, porque los hechos no esperan y formular los contenidos de un entendimiento estratégico que haga viable ganar en noviembre, no se hace de un día para otro, cuando además se puede perder por una simple, pero letal inoperancia política.

 

En suma, se necesitan Partidos con mayúsculas, instituciones fuertes, sólidas respetadas, y se requiere evitar la instalación definitiva de sectas o grupos manipulados por caudillos ocasionales.

Asimismo, hay que persistir en el entendimiento entre el centro y la izquierda para reforzar la estabilidad democrática. En esa perspectiva es esencial crear una convicción de ganar unidos y eso no se hace de un día para otro, hay que crear un clima constructivo. Es de esperar que se actúe a tiempo.

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