El Socialismo Democrático no existe sin el PS

Los líderes no dan un paso al costado, al contrario, enfrentan los obstáculos y encabezan la búsqueda de soluciones. El Partido Socialista, que en los próximo días celebra 92 años de vida, ha cumplido un incuestionable rol de liderazgo histórico dentro de las fuerzas políticas socialdemócratas chilenas. Y hoy enfrenta un nuevo desafío, el de aglutinar al socialismo democrático como referente de la izquierda chilena.

En medio de la dolorosa destitución de la senadora Isabel Allende, cuando dentro del PS surgen voces que hablan de abandonar el pacto de gobierno, de no participar en primarias y de construir una suerte de camino propio, es necesario adoptar una actitud reflexiva que permita enfriar las mentes y los ánimos y retomar el liderazgo y la templanza. El Socialismo Democrático no puede fortalecerse, y ni siquiera existir, sin el PS.

Concuerdo plenamente con las palabras de Camilo Escalona. "Hoy es fundamental la unidad de acción de la izquierda". Y mantener esa unidad hoy es responsabilidad del PS. Más allá de los desaciertos y la falta de prolijidad y rigor que decantaron en la salida de Isabel Allende del Senado, debemos ser capaces de reafirmar el compromiso con los valores democráticos y sociales que históricamente han definido su identidad, especialmente en la antesala de una elección presidencial sobre la que se cierne la amenaza de los populismos extremos.

Más que enarbolar banderas propias, el fortalecimiento de la socialdemocracia chilena pasa por tener la claridad suficiente para comprender que, en el escenario actual, respaldar la candidatura de Carolina Tohá es una opción absolutamente viable, en la medida en que tras su postulación exista un conglomerado sólido, amplio y diverso, que proponga y sostenga una programa de gobierno que sea capaz de ofrecer una propuesta que cobre sentido para la gente. Ese programa debe ofrecer certidumbre y garantizar confianzas.

Mucho se habla de la seguridad, que es por cierto un tema gravitante en la vida de los chilenos, pero la seguridad no es solo contra la delincuencia, es también la certeza de poder trabajar, emprender y vivir sin miedo a la inestabilidad. Ese es un aspecto crucial, tan crucial como comprender que nuestro territorio tiene una enorme diversidad de realidades y que debemos atender a todas ellas.

Esta diversidad no es solo geográfica, sino también social, cultural y económica, lo que exige políticas públicas diferenciadas, con enfoque territorial. El proyecto de ley de cabotaje, por ejemplo, puede funcionar muy bien para la zona norte del país, pero no tanto para la zona sur austral, en la que se registra el 90% de las operaciones de navegación. La acuicultura, en tanto, dejó hace tiempo de ser una actividad de incidencia exclusiva en la zona sur austral. Hoy el 40% del suelo de uso agrícola de La Araucania y el Biobío se dedican a cultivar proteínas vegetales para la industria acuícola. La conectividad, por tanto, también juega un papel importante y obliga a diseñar las soluciones de infraestructura física y digital necesarias para responder las demandas del presente y, sobre todo, las del futuro.

El fortalecimiento de las regiones es, entonces, un asunto crítico.

Una propuesta moderna para Chile, en un contexto de cambios globales cada vez más agudizados, no puede seguir ofreciendo soluciones genéricas. Debe reconocer que el país es un mosaico de territorios con capacidades y desafíos únicos.

Avanzar hacia un desarrollo regional equitativo y sostenible significa romper con la homogeneización, fortalecer el rol de las regiones en su propio destino y poner el Estado al servicio de una economía más diversa, justa y resiliente. Una región fuerte no depende de un solo rubro. La solución es diversificar. El resultado de no hacerlo es el empobrecimiento.

La estatura política del Partido Socialista se sostiene en su capacidad para comprender la realidad del país desde su infinita complejidad. Poco se gana perpetuando rencillas animadas por la contingencia. La unidad, el compromiso con los valores democráticos y la construcción de alianzas amplias son elementos clave sobre los que el PS puede y debe ejercer un rol de liderazgo en el escenario político chileno.

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