El ´88 fue un año extraordinariamente agitado, me habían expulsado en dos oportunidades de la Universidad de Concepción junto a dos compañeros de la directiva de la Federación de Estudiantes de la UdeC, FEC. En una de estas ocasiones, reincorporaron a los otros dos, pero no a mí, de forma de presionarme.
Pero no desistí.
Teníamos que hacer un plebiscito tras 60 días de paro; algunos me descalificaron, pero dije que se debía respetar a los estudiantes y si no había plebiscito entre nosotros, yo renunciaba, no estaba dispuesto a liderar una FEC sin legitimidad.
Finalmente ganamos el plebiscito 56% a 44%, el que fue solo unos meses antes del Plebiscito mayor, ese en que recuperaríamos nuestra democracia, ese en el que la mayoría de los chilenos y chilenas votaríamos NO a seguir con la dictadura, NO a la represión, NO a los años oscuros.
Antes de ello, las juventudes del PC y del PS, donde militaba, no eramos partidarios de participar en la elección, pues sentíamos que no estaban dadas las condiciones para que Pinochet reconociera el triunfo del NO, el cual estábamos seguros se ganaría en las urnas. De hecho, me inscribí en Penco en el último día legal junto a varios compañeros de la U deC.
Previo al día de la votación fui a la ciudad de Los Ángeles, con una chapita blanca que llamaba a sumarse al NO. Todos me miraban con temor, con sorpresa, en el bus desde Concepción parecían decirme con los ojos que me la sacara. Hasta que alguien lo hizo: es peligroso, le puede pasar algo, me señaló una joven. Pero no me la saqué.
En los días anteriores al Plebiscito, se hizo una extensa planificación para evitar la salida de los tanques de los regimientos, para activar una red clandestina de resistencia, pues muchos creían que habría un segundo Golpe, que Pinochet no aceptaría la derrota y habría nuevamente represión y muerte.
Debíamos defender el Triunfo del NO. El voto silencioso existía pero no iba a ser determinante, por lo que sabíamos que ese sería el resultado del Plebiscito, el NO era mayoría, todo lo indicaba.
Y estábamos preparados y dispuestos para ello.
Yo dormí en casas de seguridad los días previos. El 5 de octubre, votamos ordenadamente, había un clima de tranquilidad. Me quedé dormido a las 10 de la noche, muy cansado, y desperté de madrugada con los gritos de triunfo.
Habíamos ganado; habíamos recuperado la Democracia.
Y por ello, por todo lo que vivimos, luchamos y sufrimos, luego de 29 años del Triunfo del NO es que tengo claridad que éste no solo pertenece a la ex Concertación o Nueva Mayoría; no es propiedad privada, es propiedad del pueblo, de todos y todas, incluso de algunos como Sebastián Piñera, quien no luchó pero ha dicho siempre que votó a favor del NO.
Por lo que no acepto que algunos se arroguen ese Triunfo de manera personalista. Fueron miles, millones de chilenos y chilenas quienes ganaron aquel 5 de octubre de 1988; todos quienes queríamos recuperar la Democracia y terminar con una Dictadura nefasta, que hasta el día de hoy nos pena.
Y son muchos los problemas que acarreamos desde entonces, gracias a una espuria Constitución del ´80 y a leyes que solo benefician a los empresarios.
El ´88 el problema era la Dictadura; hoy lo es el neoliberalismo, la desigualdad, la falta de derechos para los ciudadanos, la propiedad del agua que está en manos de las empresas; tan brutal como el ´82 y la crisis financiera, hoy es saber que el 70% de los chilenos gana menos de 550 mil pesos según un estudio de la Fundación Sol.
Lo que sucedió ese 5 de octubre, fue gracias a que enfrentamos a la dictadura con Unidad, y esa Unidad se dinamitó en la acusación constitucional contra la Ministra Cubillos en la Cámara de Diputados; quien no lo entienda, padece de miopía política, de personalismo político.
Espero entonces que los senadores y senadoras de oposición, hoy mayoría en el Senado, recuerden aquella Unidad, aquella lucha del ´88 de la que salimos victoriosos, frente al debate del Presupuesto 2020, de la pelea por los recursos para las regiones.
Porque el Triunfo del NO fue de todos.
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