Fracaso de Gobernabilidad y de un modelo injusto

Hacia el 2015, aparecía un nuevo referente de derecha con la intencionalidad electoral de conquistar el voto de centro. Entonces fuimos convocados como FES a pensar el Chile del 2020. Llegamos a esos encuentros con un discurso tajante. En lo político, “la democracia y los derechos humanos son irrenunciables siempre” y en lo socio económico, “el mercado tiene vicios graves que hay que eliminar”.

En campaña nuestro mensaje fue incorporado por la supuesta nueva coalición, pero el proyecto de Chile Vamos, desde el primer día del gobierno nos mostró que solo pretendía proteger la estructura económica, entregando el devenir de todos a esos vicios graves de una economía altamente concentrada y de privilegios.

En lo político, era observable alguna vocación democrática, pero esto duró solamente hasta OCT19, pues la coalición gobernante demostró su afán antidemocrático al violar los derechos humanos de tantos y tantas.

Detalles y episodios abundan para constatar un rotundo fracaso de gobernabilidad. Ganan la presidencial con promesas de bienestar a la clase media, pero desde el primer momento, hacen todo lo contrario y, llevan a cabo un proceso de desafortunadas decisiones gubernamentales (antes y durante el Estallido social y en pandemia), pues son guiados por dos factores intrínsecos que develan su comportamiento.

Por un lado, está el “eje de nicho”, donde impera el axioma de “más vale pájaro en mano” y las decisiones se toman para complacer a una minoría sobre ideologizada, autoritarista y clasista y, por otro lado, está el “eje de ganancia”, donde el “a río revuelto” se transforma en imperativo de protección de los grandes grupos económicos.

En ambos casos se equivocan, pues con aquella minoría no les alcanza para los mínimos parlamentarios ni ciudadanos, lo que debiera leerse como una fuerte amenaza para la estabilidad política.

Asistimos a un episodio peligroso en el que, o triunfa el sentido común de una ciudadanía consciente de si misma y de su poder soberano, o sucumbimos al poderío económico y militar de una derecha asustada, capaz de lo que sea.

Hay convicción colectiva que en Chile cambiará todo lo conocido, no solamente por el proceso constituyente en proceso, sino porque la cuestión económica y política está siendo cuestionada en sus cimientos y, con ello, la estructura social completa, pues la ciudadanía ha logrado comprender que deben garantizarse ciertos derechos sociales imprescindibles en la actualidad. Derechos que vienen a quitarle al mercado el lucro en educación, salud, vivienda y pensiones.

La élite política (de derecha a izquierda) comprende que no tiene credibilidad y, en poco tiempo, ha movido el límite de lo políticamente posible y correcto, al punto de que los mismos, que armaron su poder protegiendo a las AFP y a todos los grupos controladores, se vieron obligados a aprobar una reforma constitucional que, de seguro, la historia señalará como el derrumbe del “ladrillo de los chicago boys”.

Sin embargo, no les será suficiente lo del 10% de las AFP para que esa clase política logre un mínimo respeto, pues la ciudadanía entiende estos cambios como su triunfo sobre el abuso de la élite dominante.

Asistimos a la fundación de una república nueva donde se impondrá la idea de un Estado garante de Derechos Sociales. Tendremos que ser asertivos, empáticos, proactivos y, comportarnos como los seres emocionalmente inteligentes que somos, para afrontar las severas resistencias de quienes no querrán perder ese gran pedazo de la torta que hoy poseen.

El fracaso del gobierno de Piñera es el cierre de la transición desde la dictadura, es el fracaso de toda la élite política.

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