La amnesia: antigua debilidad nacional

En Chile a menudo se repite que frente a los sucesos públicos tenemos mala memoria. Parece que esta afirmación no es un dicho más, sino que refleja bien la idiosincrasia nacional, porque ahora se vuelve a repetir el mismo error.

En efecto, a propósito del próximo plebiscito, la derecha que rechaza la nueva Constitución repone la misma promesa que burló y defraudó en 1989-90: realizar los cambios después del pronunciamiento ciudadano, pero rechazando la aprobación del texto constitucional. En la ocasión anterior se usó la misma trampa para que la Concertación por la Democracia acogiera la propuesta de la dictadura derrotada en el Plebiscito del 5 de octubre de 1988, cuyo resultado le obligaba a dejar el poder.

En 1989, la estrategia de repliegue de Pinochet, a través del ministro del Interior Carlos Cáceres, lo llevó a proponer reformas simplemente decorativas, excepto la derogación del artículo 8° entonces vigente,-que proscribía a los partidos de izquierda del sistema político y que por lo demás ya eran nuevamente una realidad en el país.

Ante lo paupérrimo del ofrecimiento, el líder ultraconservador Sergio Onofre Jarpa prometió al entonces presidente de la Democracia Cristiana, Patricio Aylwin, la concreción del núcleo esencial de las reformas democráticas que quedaban pendientes, una vez instalado el Parlamento a ser elegido en diciembre de 1989.

Ese compromiso nunca se cumplió. Incluso, Andrés Allamand fue defenestrado del liderazgo de Renovación Nacional por reponer el tema en 1996, en un Consejo General de ese partido. Luego la derecha lo vapuleó electoralmente en 1997 en la Región Metropolitana, lo que le obligó a "la travesía del desierto", es decir, a una estadía en Estados Unidos.

Ahora se repite el mismo libreto, con muchos de los mismos protagonistas que entonces fueron defraudados, pero padecen de amnesia. Así, la mala memoria se convierte en el mal del país. Nadie recuerda por lo cual nadie responde por lo sucedido y se rehacen las mismas trampas y artilugios con que se burló la voluntad democrática de la nación en más de una ocasión.

Se sugiere una total incongruencia, hay que reformar rechazando la reforma más trascendente, es decir, desbaratar la nueva Constitución apoyando el Rechazo. Con ese acto político e institucional se impide toda reforma, sin embargo, se afirma que clausurando la vía institucional podrán efectuarse las reformas. O sea, con entera soltura de cuerpo se afirma algo que se sabe no sucederá. Una burla por dónde se le mire.

No obstante, la manipulación mediática hace de ese enorme engaño una de las opciones que llena los espacios de los medios de comunicación, algunos lo ven como la última maravilla de la ingeniería política. Esa cínica indiferencia frente a tan inescrupulosa conducta hace crecer la insolencia de la ultraderecha, como lo indica la silbatina de extremistas de ese sector al Presidente Boric en la ceremonia de juramento a la bandera, el sábado último.

En el centro político, desafortunadamente, no se percatan que vuelven a dar alas al neofascismo. Se olvidan que "cuando se gana con la derecha es la derecha la que gana", como dijo el fallecido líder de la DC Radomiro Tomic.

La amnesia social permite que se reitere un modo de proceder tramposo que convierte la acción política en un penoso ejercicio de tretas y maniobras que ha defraudado por décadas la voluntad política de la nación chilena. De ese modo, los países se estancan. Por eso, para avanzar aprobemos la nueva Constitución para Chile.

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