La jaula de las locas

Jaime Jansana Medina
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Desde el 18 O, acrónimo incongruente de reduccionismo oral, Chile se entregó con alegre despertar a su peor pesadilla. Ya no se trató de un mero elogio a la locura. Lo insano terminó por tomarse la realidad amplificada de imágenes televisivas sin contenido moral. Si hacer el bien y evitar el mal, pudiere ser la síntesis de lo ético, el grito y la consigna, la violencia desatada redujo a las más bajas pasiones la legítima sed de justicia y dignidad. La pesadilla del mundo global y la actual expresión de barbarie en medio de la plaza pública virtual y real.

Lo peor de la locura es la confusión que la alimenta. El hartazgo consumista hizo una gran parte. La laxitud moral de cualquier cosa como tolerable, nos rompió el alma. Las promesas insatisfechas hicieron otro tanto. La satisfacción inmediata del dinero plástico, que resultó ficha de pulpería salitrera, con intereses sobre intereses coronaron el virus mental. La máscara de la apariencia fue vencida por la realidad.

Chile es un país pequeño. Sus problemas serios son pequeños también. No porque su gravedad no pueda auscultarse. Si no más bien porque el consumo venció la voluntad. El oportunismo transformó lo bueno en malo e hizo de lo malo el ejemplo a seguir. Nuestro pasado rural y sencillo nos debería hacer meditar. En nuestra naturaleza generosa y aún rica, está la primera fuente de un mejor orden económico y social.

Retomar el amor cívico pareciera una quimera. Recuperar nuestra inocencia perdida, pareciera no tener vuelta atrás. Un gran político chileno del siglo XX, decía que no existen países más inteligentes que otros. Sino países en que se respeta más la inteligencia que en otros. Llamar las cosas con sencillez y sin estridente soberbia por su nombre, pudiera ser un sencillo primer paso.

El delito es un injusto que debe perseguirse y sancionarse siempre. La igualdad ante la ley es la única garantía de una democracia sana. La ley no nos hace más felices, pero sin ella estamos condenados al injusto permanente. La seguridad sin libertad es dictadura. La libertad sin seguridad es caos. La violencia es y será siempre el peor atentado contra la democracia. Sin democracia no existen ni seguridad ni libertad. El susurro de la paz es más potente que cualquier tormenta. Ya basta de orgías de fuego anónimo. La cobardía siempre se esconde tras una capucha. Ningún bien se construye con las armas del mal.

Mujeres y hombres de bien de este Chile único y nuestro. Somos hermanos entre cordillera y mar. Todos deseamos el bien para nuestros hijos. Todos queremos sanarnos de ésta locura inmoral. En esta hora oscura, tenemos una oportunidad.

Basta ya de confusión y violencia. Basta de toda esta perversión de poder para beneficio personal. Chile nos merece a todos. Ni jaula ni locura nos pueden matar.

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