La Reforma Agraria, 50 años

Mariano Ruiz-Esquide
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En esta semana se ha celebrado en distintas comunas los 50 años de la publicación de la ley de la Reforma Agraria, una de las leyes más nítidas del Gobierno de Frei Montalva por su impacto inicial y sus resultados posteriores.

Lo primero que deseo señalar es que en medio de tanta turbidez política y tan menguada visión del futuro de nuestro país, recordar uno de los hitos legislativos de la historia moderna de nuestro país, alegra el espíritu y renueva los hechos que nos enorgullecieron en nuestro trabajo político. Aún tenemos en nuestra memoria el sentido épico como una cruzada porque fue una forma limpia, legal, profunda de cambiar la vida del mundo rural abandonado por decena de años.

Porque era un cambio no solo productivo en el campo chileno de tierras fértiles pero desaprovechadas por la concentración de su propiedad como también porque sus dueños no tenían una visión de largo plazo y estaban sometidos al viejo concepto de una heredad inamovible.

Porque se cambió el entorno de los trabajadores con nuevas viviendas, escuelas, incorporación al mundo urbano con sus defectos y virtudes.

Porque no fue discriminatoria, sino que con un sentido técnico, respetuosa de su razón de ser “la tierra para el que la trabaja”. Por eso fue que al rechazo tremendo de los dueños de la tierra siguió luego una mayor comprensión, ligada así, al signo de los gobiernos de cada época, pero a 50 años de su publicación la suma y resta es positiva y emocionalmente fuerte para quienes participamos en la creación de la ley y su puesta en marcha en el momento de su publicación.

Porque los campesinos comprendieron su cambio desde una “cosa que trabajaba” a una persona con derechos y tratos entre iguales. Es posible que aquellos que no conocieron ese mundo rural no comprendan perfectamente lo que señalo pero no hubo nada comparable con lo que fue hecho en esos años y que hoy se recuerde. Por eso todavía se celebra en las comunas y se hace con la misma fuerza emocional como si fuera el día nacional para muchos chilenos.

Espero que algún día celebremos otras fechas con tal emoción y con tanta fuerza social.

Llegará el día en que celebremos con la misma fuerza la chilenización y nacionalización de cobre. La nacionalización del litio. El término de la dictadura u otros hechos bélicos hasta lograr nuestra independencia política. Las victorias sobre nuestros vecinos y que fueron triunfos que nos trajeron paz y que ojala nunca más se vuelvan a producir, manteniendo esta paz lograda.

Me guardo los nombres de dirigentes y campesinos que lo hicieron posible para no provocar olvidos siempre injustos. Siempre sucede en estos casos en que tanto y tantos le deben mucho a tan pocos.

Más allá de esto en un país que suele no tener memoria igual están en el corazón agradecido de aquellos que volvieron a nacer en nuestro mundo rural hace  50 años.

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