Desde hace un tiempo traía la inquietud sobre cuál es el fundamento de los nuevos partidos políticos. Tenía claro que era una escisión desde el interior al establishment propio de aquellos que arrancaron con el retorno de la democracia, allá casi treinta años. También tenía la certeza que otros se apartaron por no sentirse representados, estar asqueados de malas prácticas internas o que comulgaban otro tipo de creencias acerca de la igualdad, la educación, la salud, el mercado, entre otros paradigmas que hoy discutimos.
Pues bien. Como no soy militante aún de ningún partido quise incursionar en Revolución Democrática. Primero que todo, la respuesta de información mediante su web se demoró cerca de 40 días hábiles, algo excesivo bajo cualquier punto de vista. Por Facebook es un poco más rápido, aunque solo un poco, 20 días. Ambas peticiones las realicé de forma paralela. La excusa fue que se encontraban concentrados en las elecciones municipales recién pasadas. Como soy impaciente fui en dos oportunidades a su sede nacional; la primera vez estaba cerrada ya que tienen sólo horario en la tarde y la segunda fue un saludo a la bandera, me entregaron un correo electrónico para contacto. Volvía al punto de inicio.
Una vez dentro, quise intentar con un grupo de interés, por lo que elegí la Comisión de Ciudad. Como algunos sabrán, los temas urbanos en sus más amplios espectros son una de mis fascinaciones. Quizás en mi próxima vida seré arquitecto. Nuevamente, desde el primer contacto no pasaron menos de dos meses para una reunión informativa acerca de que se reunirían después de las elecciones. Ha pasado más de un mes de aquella elección y no volví a tener noticias de ellos.
Nunca me había arriesgado a realizar campaña en terreno. Como diría el ex Presidente Lagos, soy más de discutir ideas y menos de elecciones internas, por lo que está vez entregué parte de mi tiempo a la campaña de Providencia, sin ninguna aspiración o retorno de trabajo en la entidad. Participé de algunos volanteos, actividades en plaza y llevando la chapita propia de la Josefa ¿Resultado? La aspirante no fue reelecta y tampoco después tuve noticias de alguien del equipo.
Conversé con algunas personas sobre este tipo de omisiones - no quiero pensar que fueron errores premeditados - los que considero no debiesen ocurrir cuando personas nuevas, desencantadas de los partidos políticos tradicionales son atraídos por estas agrupaciones qué están naciendo, con la promesa que fluye leche y miel por sus ríos.
Comprobé en este caso una burocracia tanto o más entramada y excesiva que la de aquellos que critican; como son un partido nuevo con el ánimo de hacer partícipe a todo el mundo, las decisiones se demoran más de lo necesario, se consulta a todo el mundo y al final decide un Consejo en el cual solo puedes participar si eres militante, hayas participado al menos en tres actividades y tengas tus cuotas al día. Yo podría participar, sin embargo, no soy militante.
El variopinto de credos, tendencias, posiciones hacen que sea un grupo rico en sí. Lo que los une, como bien mencioné son las ganas de construir algo diferente al margen de los partidos antiguos, creyendo así que salvarán la democracia y la patria. Arrojarse ese lema es sumamente complejo, ya que todos componen la sociedad; una cosa es que oxigenen un ambiente enrarecido, algo podrido, pero no son el Mesías prometido.
Por la burocracia vivida, el ser ignorado por haber llegado en un periodo crítico (donde más manos se necesitan, pero parece que no lo entienden así) y sentir que de todas formas debes ser parte de una red de confianza para pertenecer a algo tan simple y básico en la orgánica de un partido como una comisión puedo decir, empíricamente, que Revolución Democrática no es más que un partido instrumental, un PPD del siglo XXI.
Su fundamento es estar en contra del régimen dictatorial del libre mercado en todos sus sentidos, de la política barata y fácil, pero, es un partido burgués, de cierto sector socioeconómico y novedoso. Pero el juguete de la temporada pasa.
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