Donde hubo corrupción y abusos suficientemente conocidos por la ciudadanía, hubo cambios en las alcaldías. El caso más bullado es el de Las Condes, donde la alcaldesa en ejercicio fue desplazada por la derecha por las denuncias que le afectaban y respaldó a la autoproclamada Marcela Cubillos, a su vez ésta se hundió inevitablemente por el impacto de las remuneraciones de 17 millones que recibía de la Universidad San Sebastián, estando buena parte del tiempo en España.
También fue el doloroso caso que afectó la candidatura de Rabindranath Quinteros en Puerto Montt, no por el exsenador que asumió una postulación muy difícil, sino que debido a las consecuencias de la formalización de Gervoy Paredes y las gravísimas acusaciones que llevaron a la justicia a ponerlo en prisión preventiva.
En Puente Alto, el abuso de poder que durante varios periodos hizo la derecha de la mayoría que mantuvo en el municipio hizo pensar a su jefatura que su posición era inexpugnable y podía hacer cualquier cosa intentando imponer una propuesta ajena al diario vivir de la población, siendo derrotada estrepitosamente por la candidatura de Matías Toledo.
En fin, no se trata ahora de enumerar todas las faltas a la probidad, las corruptelas de diverso carácter y la ausencia de transparencia en los gobiernos locales, pero sí se trata de subrayar que la ciudadanía no es tan ingenua como para tragarse los cuentos de inocencia de los corruptos, esta elección demuestra que sí los castiga.
En el ámbito nacional, el bloque de gobierno no se derrumbó como vaticinaba la derecha y la cadena de facto que instalaron los canales de televisión, machacando durante horas y horas con que la población castigaría a las fuerzas de izquierda y centroizquierda.
La derecha recuperó parte de las posiciones perdidas el 2021, pero tuvo derrotas importantes, como las ya nombradas caídas de Cubillos en Las Condes y Rubilar en Puente Alto. La ultraderecha creció, pero tampoco emergió como una "tromba" incontrarrestable, como esperaban sus diversos grupos y caudillos.
En suma, la renovación de las gobernaciones y municipalidades permitió a la ciudadanía el necesario ejercicio de la voluntad popular para ratificar o cambiar a las personas que tenían los liderazgos en esas instituciones tan importantes de un Estado democrático. Ahora bien, los partidos políticos tienen una mayor responsabilidad: Preocuparse que los militantes que ejercen esas tareas no caigan en el pantano de las malas prácticas y se esfuercen para cumplir con los compromisos contraídos con la ciudadanía. Esa es una condición esencial para superar el descrédito del sistema político y robustecer la institucionalidad democrática.
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