Plan Calles sin Violencia: la ley del mínimo esfuerzo

Un estudiante, acostumbrado a obtener buenas calificaciones, llega a su casa luego de un examen con una nota 4. Sus padres no le dan demasiada importancia, pues están seguros que se trata tan solo de un tropiezo pasajero. Sin embargo, la semana siguiente su hijo llega con una nota 3. Esta vez ya preocupados, esperan ansiosos los resultados del próximo examen. Días más tarde, el hijo llega sonriendo a su casa y dice:

-¡Papás, tengo una buena noticia!
-¿Cuál? -preguntan intrigados.
-¡Volví a sacarme un 3!
Confundidos, sus padres responden:
-No entendemos... ¿Por qué eso sería una buena noticia?
-¡Porque logré detener la tendencia a la baja en mis notas!

Aunque resulte asombroso, esto que parece un chiste, es justamente la respuesta que el gobierno le ha dado a la ciudadanía en materia de delincuencia. Las autoridades, incluida la ministra Carolina Tohá, el subsecretario del Interior Luis Cordero, y la subsecretaria de Prevención del Delito, Carolina Leitao, han declarado públicamente una y otra vez que "Chile detuvo la tendencia al alza en materia de homicidios". Una afirmación que trata de esconder, bajo tecnicismos y palabras rimbombantes, el hecho de que el número de homicidio se ha mantenido prácticamente igual de alto en los últimos dos años e implícitamente les dice a los chilenos: "agradezcan, que podríamos estar aún peor".

Este tipo de actitudes confirman que el gobierno ha tenido una gestión deficiente en materia de seguridad. Múltiples cifras dan testimonio de aquello, entre ellas, el número de delitos violentos, de homicidios y los índices de temor ciudadano. No obstante, la mayor muestra de la falta de capacidad de las actuales autoridades ha sido lo que ha ocurrido con el Plan Calles sin Violencia, una política que de "plan" solo tiene el nombre, pues la verdad es que nunca fue realmente uno. Nunca contó con un documento oficial en el que se detallaran objetivos, líneas de acción e indicadores de resultados a los cuales hacer seguimiento, más bien solo ha sido una puesta en escena, una estrategia comunicacional que ha tenido que ser modificada tres veces ante la ausencia de resultados concretos.

No por nada frases como, "el plan tiene buena prensa, pero no vemos un impacto real", "ha sido un fracaso", "ha sido un ensayo y error por parte del gobierno" o "yo pensaba que el plan se llamaba Calles Sin Gobierno", han abundado en alcaldes tanto oficialistas como de oposición. A lo que se suma la declaración de la misma subsecretaria Leitao, quién señaló, hace poco más de un mes, que "en la Región Metropolitana (...) no tuvo buenos resultados". A confesión de parte, relevo de pruebas.

Ahora se anunció un nuevo rediseño del plan, en el que se prometen cambios, reforzamiento de procedimientos, ampliación de territorios y otro largo etcétera de medidas que llegan muy tarde y lo único que hacen es tratar de poner un nuevo envoltorio a algo que ya no funcionó. El gobierno no ha querido entender que una mala gestión no va a cambiar tan solo por una nueva pauta de prensa. La mejor prueba de aquello es que, luego de estos anuncios con bombos y platillos, ya tuvimos un nuevo fin de semana violento con 10 homicidios en la Región Metropolitana.

De seguro, con una vara tan baja como la que tiene La Moneda, las crudas imágenes de cómo le disparaban a quemarropa a una persona en Renca son solo el testimonio de una nueva normalidad con la que hay que conformarse. Lamentablemente, no es de esperar que esto cambie, ya que las autoridades han dado a entender, con políticas como el Plan Calles sin Violencia, que la única ley que les interesa hacer respetar es la ley del mínimo esfuerzo.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado