Por una Asamblea Constituyente paritaria

Una de las principales propuestas del Frente Amplio es cambiar la actual Constitución heredada de la dictadura y que, pese a sus innumerables reformas simplemente no se ajusta a las demandas de la ciudadanía, ni tampoco ha sido capaz de resolver el déficit histórico de participación ciudadana en las políticas públicas tras el retorno a la democracia; sin dejar de mencionar, además, su origen ilegítimo.

En nuestro programa hemos propuesto la conformación de una Asamblea Constituyente que se dedicará, en forma exclusiva, a elaborar  una nueva Constitución, con representantes escogidos especialmente para esta tarea y que encarnarán las visiones de todos los sectores políticos. La Asamblea Constituyente no es solo una instancia que tiende a mejorar los estándares de participación en el proceso de elaboración de una nueva Carta Fundamental, sino además, como se ha dicho, debe representar a toda la sociedad para plasmar la diversidad de nuestro país.

Es así como una gran variedad de candidatos y candidatas al Parlamento, de distintos sectores, se han comprometido ya con la opción de una Asamblea Constituyente como mecanismo para dotar a Chile de una nueva Constitución.

En este punto, quisiera poner especial atención a la necesidad de que exista igual representación de hombres y mujeres en una Asamblea Constituyente. Esta es una razón muy importante para oponerse a que una nueva Carta Fundamental sea redactada por el Congreso, como proponen algunos sectores.

Esta última propuesta no solo significaría otorgarle mayores atribuciones al legislativo -que actuaría como ente legislador y constituyente al mismo tiempo- sino que haría eco de la gran asimetría en el número de hombres y mujeres que nos representan en ese poder del Estado.

La composición del Congreso no garantiza equilibrios a la hora de elaborar una nueva Carta Magna, más aún si no conocemos los efectos reales de la ley de cuotas en las elecciones de noviembre, ya que los partidos políticos han logrado cumplir la exigencia formal, pero no su espíritu.

En consecuencia, a la hora de pensar en una nueva forma de distribuir el poder político y organizar a nuestro país, no debemos pensar solamente en la representación política o su legitimidad, sino que además, debemos tener en consideración la corrección de una deuda histórica: la incidencia que las mujeres deben tener en el debate público, pues es un elemento esencial en la lucha por la profundización de la democracia.

Por eso impulsamos decididamente  una Asamblea Constituyente de carácter paritario, donde la proporción de hombres y mujeres corresponda a la realidad del país. 

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