Hasta hoy, había dos hipótesis sobre el escenario político próximo: quienes pensaban que una vez superada la grave crisis sanitaria, resurgirían las movilizaciones sociales iniciadas el 18 de octubre y otros que dudaban de esto. La urgencia y prioridad por recuperar la economía y el empleo no dejaría espacio de legitimidad para volver a un nuevo estallido.
Pero lo sucedido esta semana en las comunas de El Bosque, La Pintana y al menos una decena más, podría dejar corto ambos diagnósticos. Los duros hechos parecen anticipar un estallido social en contexto de pandemia, producto del hambre, el miedo y la desesperación de la gente.
Todo esto ocurre en un momento de suma debilidad de los actores políticos y una preocupante ausencia de liderazgo. Y este vacío, adicionalmente, abre espacio para el narco y el populismo, como hemos podido observar en diversos episodios los últimos días, bajo la mirada atónita de muchos alcaldes que, de manera estoica, intentan revertir este drama, pero con acotados resultados.
Completa el escenario, élites políticas y empresariales que no logran conectar con la realidad, no dimensionan el nivel de la crisis y el tamaño de los riesgos que se abren. ¿Qué sentido tiene impulsar acuerdos apartados del desafío de enfrentar más contundentemente el desfonde social que se está incubando hoy en Chile? Si no nos enfocamos en esto, estemos o no de acuerdo en cada decisión, no habrá futuro sobre el cual conversar.
El único acuerdo útil, urgente y necesario hoy es uno para robustecer las medidas de apoyo social como imperativo para cualquier conversación y subrayar la centralidad del proceso constituyente para fundar un nuevo pacto social, no un acuerdo nacional. Cuando superemos este difícil trance, y en eso debemos tener puestas nuestras energías hoy, habrán aparecido muchas fisuras profundas del modelo, que algunos persisten en defender. Pero ya no habrá espacio. Solo pensemos en nuestro sistema de salud: después de décadas de fracasos, avances parciales y demasiadas explicaciones, de todos los sectores ¿se puede pensar acaso que sea sustentable este modelo de salud pública?
Tenemos que destinar tiempo para abordar el futuro, pero no para contener o buscar fórmulas tibias que no se hagan cargo de los cambios profundos que requiere y demanda Chile.
Se ha citado mucho como ejemplo a los Pactos de La Moncloa pero lo que se está proponiendo no es ni de lejos aquello, y si lo fuera, tiene una debilidad insalvable, en nuestro régimen político y en el momento actual, el Parlamento no tiene atribuciones, fuerza ni la legitimidad suficiente para ello.
En mi opinión, la gravedad y efectos de las crisis que estamos viviendo, y que ahora pueden empalmar en una crisis mayor, requieren esfuerzos políticos nuevos, enlazando el escenario pos-pandemia y el momento constituyente para articular y viabilizar un proyecto de un país mejor y más justo.
En la izquierda necesitamos construir un diálogo que vaya más allá de los partidos, pues los cambios relevante son posibles en la medida de que haya fuerza social acumulada.
En suma, están dadas las condiciones en la sociedad para un cambio de modelo pero requiere un proyecto alternativo y una fuerza política y social que lo sustente.
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