Hace unos días el gobierno lanzó la campaña “No Te Restes, Súmate” para promover el voto como herramienta para decidir el país que queremos, haciéndonos cargo de que como ciudadanos/as tenemos el poder de incidir en el destino de nuestra patria, porque eso impacta la vida cotidiana de todas y todos. Sin voto no hay derecho a réplica.
En las últimas elecciones municipales solo el 34% de los 14 millones de habilitados para votar ejercieron su derecho de sufragio, la cifra más baja desde el retorno de la democracia. Específicamente, la participación femenina alcanzó un 37%, es decir, se registró un 63% de abstención. Por otra parte, según cifras del PNUD, somos el segundo país del mundo que más ha bajado la participación en procesos eleccionarios.
Esta es una realidad frente a la cual no podemos ser indiferentes, menos aún las mujeres, porque el recorrido que llevó a las chilenas a sufragar por primera en una elección presidencial en el año 1952, estuvo marcado por la lucha incansable de muchas mujeres que debieron sortear obstáculos, barreras y discriminación.
El Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile, MEMCH, (1935-1953), liderado por Elena Caffarena, abogada feminista, trabajó organizando a las mujeres en todo el país para defender el derecho a voto como un derecho humano, una oportunidad para ejercer la participación política y exigir mejoras salariales y la autonomía de las mujeres.
Esa lucha no fue en vano hace décadas y no debe ser en vano hoy, porque quien sino nosotras somos las llamadas a participar, decidir e incidir, accediendo a espacios de poder que nos permitan impulsar las transformaciones que Chile necesita.
En pocas semanas enfrentaremos las elecciones presidenciales y parlamentarias, en un mejor escenario. Con la reforma electoral, que puso fin al sistema binominal, se implementó también una ley de cuotas para asegurar que las mujeres sean parte activa de la política nacional y tengan mayor representatividad en el parlamento y los partidos políticos. En la próxima elección los partidos llevan al menos un 40% de candidatas.
En este contexto ¿sería posible que olvidemos el llamado de Elena Caffarena?
“Las mujeres no debemos olvidar que cada conquista en el movimiento femenino ha sido lograda a través de una lucha sostenida. Este mero recuerdo debería darnos mayor prestancia y seguridad; este conocimiento debería ser nuestra mejor defensa contra las tendencias que buscan confundirnos para restarnos al proceso democrático general”.
Eso es impensable, porque casi 70 años después, logramos recuperar el derecho al aborto terapéutico con la despenalización del embarazo voluntario en tres causales, lo que nos demuestra que nuevamente las mujeres conscientes de sus derechos empujaron este derecho gracias a su movilización, organización y capacidad de incidir frente a la clase política.
Tenemos tantos desafíos que abordar y este es el momento de decidir cómo queremos hacerlo, desde qué mirada. Informarnos y votar responsablemente es fundamental, porque las mujeres debemos aprovechar todos los espacios donde podamos ejercer nuestra ciudadanía. El derecho a voto no fue un regalo y debemos defenderlo, de lo contrario estaríamos desconociendo la lucha de tantas mujeres, perpetuando la sub representación que tenemos en puestos de poder.
En las Escuelas de Formación Política que Fundación PRODEMU realiza en todo el país, muchas compatriotas nos han dicho “quiero incidir, cambiar las cosas”. Bueno, ahora es el momento, porque la democracia la construimos todas y todos, porque votar es una expresión de libertad, es una forma de participar, porque no es justo que unos pocos tomen las decisiones por la mayoría y porque no votar aleja a las personas de la democracia.
Por eso es importante sufragar porque cuando las personas dejan de ejercer su derecho a elegir y cuando la abstención aumenta, otros eligen por ellas/os.
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