Yo estoy por la adopción homoparental

Sobre matrimonio igualitario, así como la adopción homoparental, deberíamos debatir, pero la realidad es que algunos no dan espacio para reconocer la dignidad y derechos de las parejas homosexuales.

Creo en el derecho de todos a que la familia que formen con la persona que aman, sea reconocida y protegida por la ley, y que como sociedad no podemos coartar el derecho de un niño a tener una familia que lo quiera, cualquiera sea la orientación sexual de los padres o madres adoptivos.

Más aún, creo que la iglesia católica, de la cual soy parte, debe abrirse a acoger a fieles homosexuales e invitarlos a vivir el amor, de manera comprometida, dentro de un proyecto de vida en común, que implica el auxilio mutuo y la formación de un hogar, de una familia, que pueda a su vez ser fuente de amor hacia los hijos.

Aquí la pregunta es simple, ¿con qué argumento se puede hoy sustentar que un ciudadano no tiene los mismos derechos que otro solo por su condición? En mi opinión no existe  ninguno que no corresponda a visiones sesgadas por concepciones religiosas y contextos culturales discriminatorios. 

La verdad es que algunos no quieren enfrentar el debate del matrimonio homosexual y la adopción homoparental. Hay quienes no reconocen la igualdad de derechos y dignidad de ciudadanos de distinta orientación sexual y, desde ese lugar, se han empeñado en trabar el diálogo y disfrazar su actitud discriminatoria con falacias y propuestas intermedias.

Más aún, los opositores a la ley de matrimonio igualitario, anunciada por la Presidenta para que ingrese durante el segundo semestre de este año, han tratado incluso de elevar a nivel constitucional el requisito de diferencia de sexos en el matrimonio.

La derecha conservadora, en el fondo, intentará esquivar el debate y no reconocerá que su visión es inmutable: los homosexuales no tienen el derecho a casarse y no pueden adoptar porque no son iguales y no tienen la misma dignidad ni categoría. Ellos les niegan sus derechos.

Hemos escuchado de representantes de la UDI consideraciones históricas y etimológicas, como si fueran las palabras y no la realidad y evolución de los derechos lo que da contenido a un concepto.

Para enfrentar el debate es preferible sincerar las posturas: la derecha conservadora, que no es toda la derecha, prefiere guiarse por lo que aprendieron desde la cuna - que el matrimonio es  entre un hombre y una mujer - y preservar esas ideas sin alteración alguna.

Por el contrario, otros creemos en que las ideas e instituciones pueden ir cambiando, y que es función de los legisladores interpretar el sentido común y las concepciones de lo bueno y lo malo de una sociedad que evoluciona, y que es justo y  “nuestro deber ético” asegurar la dignidad de todos.

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