Ezzati y Errazúriz, sus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres
Hoy domingo se leyó en el Evangelio de San Marcos, las enseñanzas de Jesús a los apóstoles en donde les decía que El sería rechazado por los ancianos y los sumos sacerdotes, que sería condenado a muerte y que resucitaría después de tres días.
Pedro se molestó por ello y llevando a Jesús aparte lo reprendió por lo que había dicho. Entonces Jesús, rechazando el secretísmo , le dice en voz alta: ¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás. Tus pensamientos no son los de Dios , sino los de los hombres!.
No pude abstraerme, al escuchar el Evangelio, del intercambio de mails entre los cardenales Ezzati y Errazúriz, llegando a la conclusión que
los pensamientos de uno y otro corresponden a los cálculos del poder, de cerrar las puertas a todos aquellos que les dicen que se equivocan, que adoptan actitudes y adoptan decisiones arbitrarias y dolorosas para muchos sacerdotes y fieles quienes observan atónitos como la autoridad eclesiástica de Chile descuida su deber pastoral por el poder.
Los abusados por Karadima son verdaderos mártires de la corrupción de algunos sacerdotes y obviamente, aquellos que intentan acallar u ocultar, forman parte integrante de la cadena de corrupción.
En los mails intercambiados entre Ezzati y Errazúriz, se advierte que el pensamiento de ellos no son los de Dios, sino de dos hombres que ostentando cargos de poder en la iglesia, no están en sintonía con los mandatos de Dios. Si lo escrito está fuera de contexto,
entonces Ezzati tiene el deber de entregar el contexto y no utilizar como excusa lo que no es capaz de mostrar a la opinión pública, anonadada por un vocabulario inaceptable de quienes aparentan tener amor espiritual por sus sacerdotes y el rebaño que les fuera confiado.
Cuando el cardenal Silva presentó su renuncia al cumplir 75 años, en septiembre de 1982, tuvimos con mi esposa Sylvia el privilegio de acompañarlo . La misma tarde que hizo entrega de su dimisión, conversé con él en el recinto religioso que regentan los salesianos en Roma en donde se encuentran ubicadas las catacumbas de San Calixto.
Allí me dijo que se había quedado con la impresión, por el tenor de su conversación con el papa Juan Pablo II, que su renuncia sería aceptada muy rápidamente. Y, así fue.
El tenía la esperanza de poder seguir por algún tiempo más al mando del Arzobispado de Santiago, como consecuencia de que al mando del cardenal Raúl, la Iglesia había dado un testimonio formidable de cercanía y amor al pueblo que se le había confiado y de llevar el mensaje de Jesús a través de innumerables obras concretas de acción social y también por su coraje y valentía de denunciar,
sin cálculos, la acción destructora de una dictadura militar que asesinaba, perseguía y encarcelaba o hacía desaparecer a miles de compatriotas sólo por pensar distinto.
Sin embargo, su renuncia fue aceptada casi de inmediato, probablemente la más rápida de la historia vaticana, principalmente por los turbios manejos del Nuncio de la época y admirador de Karadima don Angelo Sodano.
Ezzati y Errazúriz se mueven admirablemente en los círculos del poder. El Papa Benedicto, al presentar su renuncia , denunció con elocuencia la hipocresía eclesiástica al interior de la propia Santa Sede y de la Iglesia.
Las palabras escritas por estos dos cardenales chilenos no son las que se esperan de un Buen Pastor y ciertamente que no responden a la pedagogía propuesta por Jesús en los evangelios.
Al cardenal Silva se le cerraron las puertas. Al entregar el mando arzobispal a monseñor Juan Francisco Fresno no tuvo ninguna participación ni posibilidad de diálogo con la nueva administración. La fluida comunicación de Ezzati con Errazúriz no la tuvo don Raúl, a quien se le aisló sumiéndolo en la tristeza de una jerarquía que lo ignoró.
Pero su alegría la recibía del pueblo de Chile que lo amó y lo sigue amando en el recuerdo de un pastor que amó a los pobres y los perseguidos con coraje, valentía y poniendo a Jesús como ejemplo de su caridad que lo urgía.
Don Raúl entregó todo su amor y su poder en favor de las más pobres, de los que sufrían, de los que requerían de su apoyo espiritual y material.
Tengo la certeza que Ezzati y Errazúriz son hombres de fe, pero como nos dice el apóstol Santiago en las lecturas de hoy domingo ¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras?
Habría que preguntarles a nuestros cardenales: "Muéstramela, si puedes, tu fe sin las obras". El cardenal Silva, en cambio, por medio de las obras nos mostró su fe.
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