Obispos, se espera una renuncia madura y en conciencia

La valentía, dedicación y profunda libertad del arzobispo Charles Scicluna y de su colaborador Jordi Bertomeu contrasta con lo que el Santo Padre manifiesta en el documento reservado, que entregó a los obispos chilenos, que por cierto aseveran desconocer lo que allí se denuncia, destacando una secuencia de negligencias, destrucción de evidencia, silenciamiento y encubrimientos respecto a los abusos sexuales, de poder, autoritarismos, sectarismos, etc. registrados los últimos decenios en nuestro país.

Sorprende, por otra parte, que haya tenido que levantar la voz un Cardenal extranjero como  Sean O’ Malley para que el Papa reconsiderara su actitud hacia el obispo Barros y determinara una investigación con las consecuencias que ya todos sabemos.

El sentir de una inmensa mayoría de los fieles creyentes, manifiesta una profunda sospecha hacia el conjunto de la conferencia episcopal, situación que les deja en una suerte de minusvalía moral y ética de proporciones.

Algunos expresan que la totalidad de los obispos deben renunciar indeclinablemente. Esto por el encubrimiento de algunos, el silencio cómplice de otros, la indiferencia de los más y también los que conociendo los graves delitos y alevosos crímenes no tuvieron la gallardía, coraje ni valentía para luchar en consecuencia con sus principios y valores que parecían ostentar.

Renuncia madura y en conciencia, conforme a un discernimiento profundo y adulto sin esperar, con cierto infantilismo, que la decisión cómoda y sin esfuerzo venga por la vía externa.

Son los laicos creyentes, inmersos por todos los rincones de la Patria, quienes, a partir de hoy, tienen la antorcha en sus manos para correr hacia la próxima posta, exigiendo sin miramientos y acobardamientos, de ninguna índole, a sus pastores y acompañantes espirituales fidelidad al Ministerio ordenado.

Fin a los flirteos con los poderes económicos o partidos políticos, alianzas sociales y/o sectarias.

Finalmente, estos hombres y mujeres cuidadores de la fe, de las buenas costumbres, de lo que no se condice con la condición del ser obispo o sacerdote, tendrán que comprometerse a emplazar a todos aquellos que de una u otra manera avergüencen a la comunidad, sean negligentes en las denuncias o simplemente las ignoren.

Con este grupo de creyentes ejerciendo su ministerio Bautismal, como reserva moral y espiritual, no llegaremos nuevamente a los hechos que hoy tanto nos avergüenzan y denostan.

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