Si hoy hacemos una rápida encuesta, confirmaríamos que una gran mayoría de los chilenos cree que tenemos un sistema de salud pública en agonía, porque lo ha vivido en carne propia; con interminables listas de espera que han significado que tres millones de personas aún no pueden acceder a una atención oportuna. Este modelo público agotado, determinó que en el año recién pasado en Chile fallecieran 36 mil personas esperando un turno.
No hay duda que lo crucial es enfocarse en cómo fortalecer el sistema público, pero también estimular el rol del sistema privado de atención de salud, como proveedor de aquellos ámbitos de la atención al paciente, en los cuales el sistema público no puede responder oportunamente y en calidad. Lo paradójico es que esta crisis la estamos viviendo en un momento en que Chile tiene el presupuesto en salud más grande de su historia, tras 10 años donde el presupuesto del Minsal aumentó 84% en términos reales, alcanzando 5,2 puntos del PIB.
Sin embargo, es importante entender que lo relevante no sólo es cuánto se gasta, sino cómo se ejecuta este gasto. Un reciente estudio del Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello muestra que entre 2013 y 2023 la eficiencia del gasto de salud empeoró entre 17,4% y 46,3%, dependiendo si se incluyen los exámenes de diagnóstico en la producción. Estos antecedentes vienen a reforzar la percepción de que los problemas no se resolverán presionando desde el Congreso al Ministerio de Hacienda, sino que haciendo una exhaustiva tarea de evaluación de la efectividad de la gestión en los servicios de salud, para conocer realmente cómo se está gastando la plata en los hospitales y de qué manera se está optimizando el uso de la infraestructura.
Si bien es cierto, durante mucho tiempo nos hemos esforzado por aumentar las remuneraciones de los funcionarios de la salud, y así retener el talento que da un buen servicio a los chilenos, nos sorprende saber que el 2023, en promedio cada funcionario tuvo 33,2 días hábiles de licencia médica. Lo anterior nos parece que amerita una investigación acuciosa del Ministerio Público, para conocer un eventual uso fraudulento de estas licencias. Además, nos muestra la necesidad de crear incentivos de aumento en remuneraciones, pero asociados a un incremento en la producción.
Desde el punto de vista legislativo, aún nos queda mucho que hacer en la discusión de proyectos de ley en temas como el fortalecimiento de Fonasa; o la entrega de herramientas de fiscalización del gasto en los hospitales, para transparentar sus estructuras de costo. De igual manera se ha propuesto evaluar que la Subsecretaría de Redes Asistenciales mejore su gestión siendo un servicio autónomo que no dependa del Ministerio de Salud.
En este escenario, hace unos días el Ministerio de Hacienda presentó un recorte al presupuesto de Salud por 15 mil millones, debido a la explosiva deuda pública generada en este Gobierno. Esperamos que esta decisión sea revertida en favor de los pacientes de Chile, porque la vida y la salud, deben ser la primera prioridad en el gasto, no obstante debemos pensar que si este recorte se mantiene, sea entonces una oportunidad para repensar cómo hacer más, con menos recursos.
La eficiencia en el gasto en salud es un imperativo moral en tiempos en que la falta de recursos está cobrando cada vez más vidas de chilenos, por ello es relevante avanzar más rápido en reformas estructurales en el Sistema Público de Salud, pues las personas no pueden seguir en una espera sin fin.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado