Día Mundial de la Prevención del Suicidio: llamada urgente a la acción

Cada septiembre, el día 10, el mundo conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, fecha que busca generar conciencia, derribar estigmas y promover acciones que salvan vidas. El suicidio sigue siendo una de las principales problemáticas de salud pública a nivel global y, aunque las cifras muestran una leve disminución en los últimos años, el impacto humano y social continúa siendo devastador.

Cada año, más de 720 mil personas mueren por suicidio en el mundo. Es la tercera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años, y el 73 % de los casos ocurre en países de ingresos bajos y medianos. Además, por cada persona que muere, al menos otras 20 lo intentan sin éxito, lo que revela una realidad mucho más extendida de lo que muestran las estadísticas.

Una de las claves para enfrentar este desafío es invertir en prevención desde la educación emocional, promoviendo competencias socioemocionales en todas las escuelas de Chile y de la región. La formación temprana en habilidades para la vida puede convertirse en un verdadero factor protector frente al sufrimiento emocional.

La realidad en Chile

Nuestro país tampoco está ajeno a esta problemática. En 2022 se registraron 2.100 suicidios en Chile, lo que significa que, en promedio, seis personas mueren al día por esta causa. La tasa nacional es de 10,6 muertes por cada 100.000 habitantes, por encima del promedio mundial.

Un dato alarmante es la diferencia entre géneros: el 90 % de los suicidios corresponde a hombres, con una tasa de 17,5 por cada 100.000, frente a 3,9 en mujeres. Además, la mortalidad se concentra en adultos mayores: en los hombres de 65 a 74 años la tasa es de 41,5, y en los mayores de 75 asciende a 55,7 por cada 100.000 habitantes. En el contexto regional, Chile ocupa el sexto lugar en América Latina en tasas de suicidio, lo que muestra la magnitud del desafío en materia de salud mental y prevención.

El suicidio no distingue edad, género ni condición social. Cada número es una vida truncada, una familia marcada y una comunidad afectada. Hablar de prevención implica romper el silencio, fomentar el acceso a la salud mental, acompañar a quienes atraviesan momentos difíciles y fortalecer las redes de apoyo.

Hoy, más que nunca, debemos recordar que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de valentía. Y como sociedad, nuestra tarea es asegurar que esa ayuda esté siempre disponible: en las escuelas, en los sistemas de salud, en las familias y en la comunidad. Solo así podremos transformar la conmemoración en una verdadera acción de vida.

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