Día Mundial de la Salud Mental

Decimos que tenemos salud mental cuando alcanzamos un estado de bienestar psicológico y social que nos permite funcionar de manera equilibrada en nuestra vida. Esto quiere decir que nos sentimos bien con nosotros mismos, con estabilidad emocional y autoconfianza. También significa que logramos mantener relaciones afectivas saludables y respetuosas con otras personas, logrando niveles de conexión social de alta calidad. Al mismo tiempo, logramos tomar decisiones y desempeñarnos en el estudio, en el trabajo o las responsabilidades sociales de acuerdo con nuestra etapa de la vida. Participamos activamente en nuestra comunidad con sentido de propósito y pertenencia, y podemos manejar el estrés y las dificultades de la vida sin perder ese equilibrio. Tener un estado de salud mental no significa "no tener problemas", sino poseer recursos emocionales, cognitivos y sociales suficientes para afrontar los desafíos de la vida con bienestar y resiliencia.

A nivel poblacional, cuidar la salud mental significa reducir la carga de enfermedad mental, evitando los costos sociales asociados a la discapacidad y la exclusión social, fortaleciendo de esta manera el capital humano y social del país. No hay desarrollo sostenible sin salud mental.

Sin embargo, en Chile los problemas de salud mental son una de las principales causas de carga de enfermedad. Es decir, Chile pierde años de vida saludable de la población a causa de las enfermedades mentales, aun cuando la mayoría de éstas son prevenibles y atenderlas tempranamente evita el deterioro o la cronicidad.

Como cada 10 de octubre, conmemoramos el día mundial de la salud mental con el propósito de visibilizar y sensibilizar sobre la importancia de cuidar la salud mental. Este año, en la región de las Américas se ha priorizado como tema central de la campaña fortalecer la salud mental de niños, niñas y adolescentes, reconociéndola como un derecho humano fundamental y un pilar esencial para el desarrollo social sostenible.

La mitad de los problemas de salud mental comienzan en estas etapas tempranas del desarrollo. Las condiciones sociales de vivienda, educación, seguridad, trabajo e ingresos determinan los contextos en los cuales es posible alcanzar el bienestar psicosocial. Fenómenos como la discriminación, el estigma, la violencia y las inequidades sociales afectan negativamente de forma dramática al desarrollo personal, familiar y social, generando malestar emocional que supera las capacidades de las personas para enfrentar la adversidad y en último término, favoreciendo los trastornos mentales clínicamente significativos, que no siempre son acompañados y apoyados.

En Chile, tenemos desafíos profundos para mejorar el estado de la salud mental de la población. Aún cuando se reconoce que hay más conciencia, persisten la barrera del estigma, el limitado reconocimiento de la participación de personas con experiencia vivida y los débiles mecanismos de coordinación intersectorial que disminuyen la efectividad de los esfuerzos públicos. El financiamiento asignado a programas preventivos es insuficiente y persisten brechas de acceso a los servicios de atención.

La salud mental es hoy más que nunca una preocupación central de las familias en nuestro país. En el contexto del principal ejercicio democrático que viviremos en Chile las próximas semanas, al elegir un nuevo gobierno y parlamento, los candidatos deben priorizar la salud mental porque se trata de un problema de salud pública, justicia social y desarrollo nacional, que afecta profundamente la cohesión social. Invertir en salud mental es una inversión en las personas y el país.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado