El Covid-19 y la globalización de los microorganismos

El coronavirus revive la batalla contra los microorganismos. La pandemia era anunciada por científicos, desde hace varias décadas. Ha sido tema analizado y propuesto en publicaciones científicas y libros, algunos best seller como "The Coming Plague" (1994) de Laurie Garrett, periodista científica ganadora de un Pulitzer en 1996; o la Organización Mundial de la Salud, el Centro de Control de Enfermedades (CDC) de Atlanta, prestigiosas facultades de salud pública, etc., que ya anunciaban los riesgos de pandemias como el Covid-19. Sin embargo, poco se hacía para prevenir su brote, junto al catastrófico impacto para todo el planeta. Además, nada de esto es tampoco nuevo.

En la Edad Media lanzaban agua hirviendo desde los balcones, para quemar miasmas que flotaban en el aire. Hoy se les llama bacterias y virus. Durante la gran plaga (1665), y hasta mediados del siglo XIX, se creía que ésta era la causa de las enfermedades infecciosas y permitió desarrollar las hipótesis sobre los microbios y luego los descubrimientos de los antibióticos y de las vacunas. Ya en esos años se sabía que los microbios no eran ajenos a la intervención humana.

El doctor Snow, padre de la epidemiología, recomendó al gobierno británico -en el siglo XIX- que las soluciones a los brotes epidémicos cercanos al río Támesis eran la salubridad, la higiene y las condiciones de vida. Muchos años después, el doctor Rudolf Virchow, patólogo, biólogo y fundador de la medicina social, asesoró al canciller Bismarck para implementar un plan de salud pública en Alemania, indicando que ésta no era un problema médico, sino socio-político. En las primeras décadas del siglo XX, el doctor McKeown demostró empíricamente que la reducción de las enfermedades infecciosas se debía principalmente a medidas sociales y sanitarias y no a la intervención bio-médica.

Hace algunas décadas se tenía la certeza que la ciencia iba a erradicar las enfermedades infecciosas, que los antibióticos les ganarían la guerra a las bacterias y que las vacunas iban a controlar las enfermedades virales. La constante amenaza global de enfermedades infecciosas nuevas y reemergentes, como el Covid-19, Sida, Sars, Ébola, etcétera, junto a la amenaza pandémica, demuestran que estamos lejos de ganarle la batalla a los microorganismos y lo peor, a sus constantes mutaciones.

La intervención humana impacta en la etiología de nuevas o reemergentes enfermedades infecciosas. Por ejemplo, cambios en la agricultura (fiebres hemorrágicas), migraciones y urbanización (Dengue, Malaria), contagio animal (Ébola), transfusiones y contacto sexual (Hepatitis B y C e HIV), urbanización y roedores (fiebre Lassa), mosquitos (fiebre amarilla), aguas contaminadas (cólera), alimentos envasados y carne contaminada (Escherichia coli) o contaminación de cañerías (Legionella Pneumophilia). Los sistemas de irrigación son lugares de propagación de mosquitos, la deforestación conlleva un desequilibrio ecológico en la fauna, la flora y en el hábitat de microbios. El recalentamiento global tiene incidencia en la ecología de los microbios y en los animales que estos invaden. Se abusa o se usan mal los antibióticos. También se inyectan alimentos, carnes y peces con antibióticos o se realizan manipulaciones transgénicas para mejorar la conservación, transporte y durabilidad. Bacterias resisten a los antiguos antibióticos, obligando a recurrir a una dosis cada vez mas potente. Para muchos virus no hay vacunas y mutan en nuevas variantes, como lo estamos viviendo con el coronavirus actual.

Estos microorganismos son poderosos y exponen nuestras limitaciones, que, al ser muchas veces antropogénicas, preferimos ignorarlas.

Los cambios ecológicos globales, los movimientos migratorios, el mal uso de antibióticos, etc., no sólo están aumentado los factores de prevalencia, sino que además la resistencia de virus y bacterias y alterando su patrón genético. Los microorganismos no sólo resisten, sino que además provocan enfermedades nuevas, muchas de ellas de insospechada sintomatología o irreconocible por el sistema inmunológico. Lo importante es que las armas que creíamos invencibles: antibióticos, drogas antivirales, pesticidas, vacunas y otros arsenales de la tecnología están ya claramente demostrando sus límites. La Caja de Pandora no sólo se ha abierto, sino que hemos descubierto cómo el ser humano está provocando directamente nuevas enfermedades al confiarse en su capacidad de control exterior sobre la naturaleza y, en este caso, del propio organismo humano.

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