Para muchas y muchos, febrero es conocido como el mes del amor. Un tiempo donde se festeja el Día de San Valentín con rosas rojas, globos, chocolates, citas, regalos y cenas románticas.
Y es hermoso darnos una pausa para recordar la importancia del amor, su fuerza e impacto en nuestra vida. Porque todos y todas, sin excepción alguna, necesitamos ser amados, amadas y amar para desarrollarnos como seres humanos integrales. Es como dice el refrán "el amor es lo que mueve al mundo" y, para mí, como cristiana, es un recordatorio de que estamos llamados(as) a amarnos unos(as) a otras(as), que el amor es lo más importante, y que "el amor nunca deja de ser".
Pero ¿qué pasa cuando tu vida gira en torno a la violencia, a la exclusión, a la falta de oportunidades? ¿Qué sucede cuando te vas encontrando una y otra vez con barreras por género, condición socioeconómica o incluso por discapacidad?
Según cifras de la ONU, una de cada tres mujeres es víctima de algún tipo de violencia de género y cada 11 minutos una mujer o niña muere asesinada por un familiar.
Por otro lado, de acuerdo al Consejo de Europa, más de la mitad de las mujeres con discapacidad han sido víctimas de abusos físicos y 40% de mujeres con discapacidad sufre o ha sufrido maltrato. Bajo este contexto, como Fundación Ronda, trabajamos todos los días y, durante todo el año, con mujeres con barreras de acceso, a través de distintos programas, nos duele preguntarnos ¿es que acaso que ellas no tienen derecho a experimentar el amor, en todas sus dimensiones, es que acaso el amor es exclusivo solo para una parte de la población?
Como equipo decimos ¡NO!, el amor es un derecho fundamental para todo ser humano. Y no solo el amor de pareja, sino primeramente el amor propio. También lo es el amor hacia nuestro trabajo, amistades, redes de apoyo y familiares. Y esto es justamente lo que buscamos traspasar a quienes participan de nuestros distintos programas, entre ellos, Protagonistas, que aborda temáticas asociadas al autocuidado, empoderamiento y la conciliación con corresponsabilidad, entregándoles a mujeres cuidadoras de personas con discapacidad o personas mayores en situación en dependencia, habilidades que le permitan desarrollar proyectos personales que tengan un impacto positivo en su calidad de vida. Ya que la mayoría de las mujeres cuidadoras aman incondicionalmente al punto de ponerse ellas mismas en segundo plano, pero ¿quién las ama y cuida de la misma forma?
Además, como organización, recordamos que la violencia y el odio son los antónimos del amor, pero también lo son la indiferencia y el olvido. Si olvidamos a estas mujeres, si hacemos la "vista gorda" de la violencia y la discriminación que padecen, ¿qué día o mes del amor estamos celebrando? Quizás el que vemos en las películas, pero no el real, ese que se da en una sociedad que lentamente avanza hacia la diversidad, la equidad y la inclusión, pero que todavía gira en torno a conceptos infantiles del amor o lo peor que romantiza la violencia.
Es doloroso ver recurrentemente en las noticias nuevos casos de femicidios, violaciones, abusos y vulneraciones a niños, niñas y adolescentes o de personas de comunidades con barreras de acceso. Pero lo más terrible a nuestro parecer, es que muchas veces como Estado y sociedad en general, somos testigos pasivos del sufrimiento de estas personas.
Por ende, nuestro llamado es a entender al amor desde una concepción más profunda que como una simple emoción humana y que va más allá de tener pareja o no, sino como un derecho que se vulnera cada vez que alguien es excluido(a), violentado(a) o discriminado(a). Por ende, nuestro anhelo es que, como sociedad, podamos vivir día a día en amor ágape.
Este concepto proviene del vocablo griego "ἀγάπη", que se traduce como amor puro y reflexivo, alejado del romanticismo, deseo sexual o físico ya que solo se enfoca en lograr el bienestar y la tranquilidad del ser amado. Además, una de las principales características del amor ágape es que responde a la voluntad, como un sentimiento poderoso y desinteresado que provoca que las personas que lo manifiestan lo den todo sin esperar nada a cambio.
Es decir, se trata de un amor sincero y puro en el cual se aceptan a las personas tal y como son, e implica el sacrificio voluntario del tiempo y de los recursos necesarios para que la otra persona alcance su equilibrio y bienestar, incluso si esto significa renunciar al propio ego y a los deseos personales. Por supuesto, sin olvidar nuestra propia integridad y seguridad personal.
¿Te imaginas un mundo desde ese prisma? Todo sería tan distinto. El amor es una elección y a pesar de todo lo que pueda estar pasando a mi alrededor, las circunstancias, personas, e incluso lo difícil que algunas veces puede ser ¡Yo una y otra vez, elijo amar! ¿Y tú?
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