La fuerza destructiva del odio ha sumido a la humanidad en conflictos y sufrimiento a lo largo de la historia. Hoy hemos avanzado hacia la definición del concepto "discurso de odio", como su antesala, y por tanto, como una instancia propicia para intervenir y así prevenir acciones violentas.
El discurso de odio se concibe como "cualquier tipo de comunicación ya sea oral o escrita, -o también comportamiento-, que ataca o utiliza un lenguaje peyorativo o discriminatorio en referencia a una persona o grupo en función de su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otras formas de identidad".
El solo hecho de definirlo, y de crear un Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio, significa que se le asigna importancia y se reconoce el efecto devastador que tiene en la sociedad, tanto a nivel personal, pudiendo generar un profundo sufrimiento, como a nivel colectivo, desencadenando intolerancia y violencia.
Es por esto que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, presentó la "Estrategia y Plan de Acción de las Naciones Unidas para la lucha contra el Discurso de Odio", el 18 de junio de 2019.
El crecimiento en el último tiempo de la intolerancia, la xenofobia, el racismo, la misoginia, el antisemitismo e islamofobia en todo el mundo ameritan que los discursos de odio tengan prioridad a nivel educativo y legislativo, incluyéndolo en los planes escolares y culturales a nivel nacional, así como, tipificándolo correctamente, aumentando sus sanciones y fomentando su denuncia. Solo de esa forma podremos construir sociedades más inclusivas y respetuosas.
En el ámbito legislativo, aunque en Chile existe la Ley Antidiscriminación, denominada "Ley Zamudio", esta legislación resulta insuficiente por varias razones. Entre otras, no es clara en cuanto a las posibles víctimas incluidas, establece sanciones débiles, no tipifica el "discurso del odio" ni los actos de agresión por pertenecer a una minoría (sólo establece una agravante al Código Penal).
Como hemos dicho, el discurso de odio, la diseminación de prejuicios y hostilidades basadas en alguna condición del ser humano es lo que pavimenta el camino para tragedias que una vez que ocurren, ya es demasiado tarde. Se necesita entonces, por una parte, detener estos discursos, sancionándolos para prevenir la discriminación o ataques a minorías, y por otro, incorporar a esas minorías, expresamente, en las leyes que corresponda para mayor claridad en su calidad de víctimas de estas acciones.
En lo que se refiere a discriminación en contra de los judíos, un avance sustantivo es el proyecto presentado por los senadores Carmen Gloria Aravena, José Miguel Insulza, Jaime Quintana, Loreto Carvajal y Yasna Provoste, que busca incorporar el concepto de antisemitismo en distintos cuerpos legales. De la misma forma, cabe destacar iniciativas de la Cámara de Diputados y Diputadas, como la indicación para modificar la Ley Antidiscriminación, un Proyecto que condena al antisemitismo, el racismo, la discriminación y la intolerancia, y solicita al Presidente de la República la designación de un enviado especial para combatir el antisemitismo, figura que ha sido muy útil en otros países y organizaciones internacionales, para monitorear y medir el fenómeno, así como para luchar contra él.
Ciertamente, la adopción de la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA, por su sigla en inglés), por parte de Chile, sumándose a 31 países y al Parlamento Latino y Caribeño, así como a otras organizaciones internacionales, sería una buena noticia, pues cumple también con el objetivo de clarificar cuándo nos encontramos ante un acto de antisemitismo.
Hoy, la retórica del odio se ve favorecida con las redes sociales, en donde los discursos violentos han encontrado un espacio propicio desde el anonimato. En ese sentido, cabe destacar la campaña de Naciones Unidas #NoAlOdio, que ofrece ideas sobre cómo aprender y compartir conocimientos sobre cuestiones relacionadas con la lucha contra la incitación al odio.
En la misma línea, también es importante el trabajo que realiza el Museo Judío de Chile, que a través del recurso educativo "la pirámide del odio" de la Anti-Defamation League, educa a estudiantes, enseñándoles que a los estereotipos le siguen los prejuicios, se pasa a la discriminación, la violencia y, en última instancia, se llega al genocidio. De esta forma, los jóvenes logran comprender que depende de cada uno combatir la indiferencia y detener los actos de discriminación.
Si bien existe una discusión muy legítima sobre el límite entre el discurso de odio con la libertad de expresión, hay países con experiencia en el abordaje de esta problemática, y que pueden darnos pautas para el desarrollo de políticas en la materia.
Los discursos/incitación al odio deben ser objeto de trabajo de gobiernos, organizaciones internacionales, sociedad civil y de cada persona. Todos tenemos el deber de identificar, abordar y contrarrestar este flagelo que puede empezar con la ignorancia y que, sabemos, pueden terminar con un genocidio.
Como Comunidad Judía de Chile hemos asumido esta responsabilidad y trabajamos para contrarrestar los discursos de odio que afecten la dignidad de cualquier persona por su raza, credo, género u origen.
Hacemos un llamado a sumarse: educando, legislando, denunciando, informándose, dialogando y, sobre todo, conociendo sin prejuicios a cada ser humano, descubriendo la riqueza de la diversidad.
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