Nos ha dejado en este invierno un hombre entrañable y generoso, periodista de raza y de alma, que se formó en esa gran escuela de periodismo que fue el antiguo diario El Siglo, del PC, por cuya redacción pasaron poetas, narradores y ensayistas que alcanzaron luego merecido reconocimiento. Trabajó también en la revista Vistazo, igualmente vinculada al PC.
Para Luis Alberto, el oficio periodístico era, como para muchos en los años 50 y 60, parte de un compromiso social y político muy fuerte con los derechos de los trabajadores, lo cual estaba estrechamente ligado a las luchas sindicales y otros movimientos reivindicativos, como el de las familias sin casa.
El horizonte que guiaba sus pasos y sus escritos era por supuesto la esperanza en el socialismo. Luis Alberto se formó reporteando las luchas obreras y campesinas, dando tribuna a los que no la tenían, denunciando los abusos, difundiendo las protestas. Con el paso de los años, se especializó como periodista de cultura, estimulado por su pasión por el teatro, la música y sobre todo la literatura.
La tragedia de 1973 lo lanzó al exilio, primero en la RDA y luego en Francia. Y allí siguió incansable, escribiendo boletines sobre las actividades de solidaridad con la lucha por la democracia en Chile, crónicas sobre la vida de nuestro país bajo la dictadura, en fin todo lo que sirviera a la causa de la libertad. A fines de los 70, estuvo a cargo de una publicación del comité exterior de la CUT, que circulaba en numerosos países y también conseguía entrar a Chile.
Mansilla cumplió un papel muy destacado en la publicación de mayor calidad que se publicó en el exilio, la revista Araucaria, que dirigió Volodia Teitelboim y cuyo secretario de redacción fue Carlos Orellana. En las páginas de Araucaria se publicaron de muchos intelectuales y estudiosos de la diáspora chilena, pero además de relevantes figuras de la cultura latinoamericana y europea, unidos todos por la causa de la recuperación de la democracia en Chile. Luis Alberto integró el comité de redacción e hizo de todo en la revista.
Había desarrollado con los años una increíble maestría para escribir con sabor y amenidad de muy diversos tópicos, en primer lugar los relativos a la cultura. Le ayudó sin duda la experiencia acumulada en El Siglo, diario en el que solía publicar artículos con diversos seudónimos y hasta distintos estilos.
¿Cuántos libros habrá leído en su vida Luis Alberto? Miles, sin duda, y algunos antes de que salieran publicados, como lector atento del trabajo que algún autor puso en sus manos para recoger su opinión. Ayudó a más de uno a conseguir que su obra viera la luz. Fue autor de un hermoso libro sobre la vida y la obra del pintor José Venturelli.
Mansilla fue columnista del diario La Nación durante la transición democrática. Y por varios años, miembro del comité editorial de LOM Ediciones, donde entregó un aporte calificado a la política de publicaciones de esa casa editorial.
Cuando parte un amigo, intentamos retener sus características más salientes. Y de Luis Alberto Mansilla hay que decir en primer lugar que fue un hombre recto y solidario, preocupado siempre de las personas que estimaba. Gran trabajador. Un luchador incansable por la justicia y la libertad. Un gran ser humano. ¡Adiós, Luis Alberto!
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