El economista Óscar Landerretche recientemente criticó la anunciada política del Gobierno respecto al litio, afirmando que no se puede hacer una política moderna del mineral y satisfacer a los Quilapayún. Aunque se disculpó rápidamente con el grupo musical, y de manera pública, excusando su afirmación como un "mal recurso literario". Sin embargo, este suceso puede considerarse una mala anécdota, o también un lapsus -literario en este caso-, en tanto es un equívoco que alude a contenidos, que no se tenían intención de decir.
El presidente de la UDI también expresó dicha crítica, utilizando el mismo "recurso literario", pero, en su caso, de manera deliberada; al referirse a las políticas anunciadas por el presidente Boric sobre el litio, señalando que "no se puede hablar en la mañana como Lagos y como Allende, por la tarde".
Lo relevante de la expresión del economista es que el error, o lapsus, condensa cierto ánimo que no siempre es señalado con claridad. Dentro de las distintas posiciones de izquierda existen voces que buscan partir desde una hoja en blanco, en cuanto a sus tradiciones, olvidando los triunfos históricamente alcanzados, y considerando todo el pasado como una sucesión de derrotas.
En este sentido, el grupo musical chileno de larga trayectoria es una expresión de ese pasado. Surgieron en un momento de auge del movimiento social y político en la década de 1960-1970, y su música y compromiso con la causa social trascendieron ese momento histórico, logrando ser reconocidos en todo el mundo. Han equilibrado en su música y actitud, el reconocimiento y valoración de su legado con una mirada autocrítica y reflexiva sobre este, sin necesidad de renegar de las musas sociales y fuentes de inspiración de su arte y creación, lo que los ha llevado a mantenerse vigentes a lo largo del tiempo.
La actitud de Quilapayún representa un ejemplo de cómo construir un presente y futuro sólidos y comprometidos con la lucha social, a diferencia de la crítica del "recurso literario". Esto implica valorar las tradiciones de la izquierda sin quedarse anclados en ellas, y reflexionar críticamente sobre el pasado y presente. En el mundo actual, es imprescindible contar con una fuerza cultural, psicológica y política que acompañe las necesarias, pero cada vez más complejas transformaciones sociales.
Es cierto que la economía plantea nuevas preguntas, que a veces la izquierda ha asumido con dificultad y lentitud. Pero también aquella se ha convertido en una ciencia triste y ensimismada. Al respecto, los economistas tienen un problema y es que solo pueden pensar en términos económicos. Por eso, se necesitan enfoques diversos que involucren no solo la política y la economía, sino también la cultura y la creación, entre otros, para avanzar a cambios sociales sostenibles y efectivos, enfrentando los desafíos y obstáculos que se presentan en el camino hacia una sociedad más justa y equitativa.
El grupo Quilapayún, junto con otros artistas comprometidos con las causas sociales, ha sido una de las voces fundamentales en este esfuerzo. A través de su música y mensaje, han construido un puente entre el pasado y el futuro, recordándonos que la lucha por un mundo mejor es una tarea colectiva y continua, que trasciende generaciones y fronteras.
La presencia y el arte de grupos como Quilapayún son fundamentales en la lucha por un mundo más justo y solidario. Su papel como fuerzas culturales y políticas nos recuerda que el camino hacia el progreso no solo implica acciones concretas, sino también la promoción de valores y principios éticos y sociales. Resulta vital valorar y reconocer su aporte en esta tarea colectiva, y asegurarnos de que estas voces nunca falten, pues son ellas las que nos mantienen en la senda de la esperanza y la búsqueda de un futuro mejor.
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