Cuesta entender el ataque inmisericorde que sufrió el monumento al general Manuel Baquedano, desde el 19 octubre del año 2019 y hasta la llegada del Covid 19. Solo la ignorancia y el fanatismo pueden explicar el intento por destruir su estatua, lo cual no lograron.
Sin embargo, para desgracia de una mayoría silenciosa, el Ejército procedió a su retiro. El pedestal vacío nos recuerda todos los días la anomia de nuestros tiempos. Es obvio que quienes trataron de derrumbar el monumento no tenían la menor idea de quien era Baquedano. Nunca comprendieron que fue uno de los grandes héroes de la Guerra del Pacífico, cuya victoria nos dio acceso a los minerales del norte.
Pero dejemos a Baquedano al lado por un momento. Desde mi perspectiva, lo realmente abismal fue también la profanación de la Tumba del Soldado Desconocido. Ese acto vil es de una bajeza tal que no encuentra parangón conocido.
Son muchos los monumentos al soldado desconocido, desde Arlington hasta el Arco de Triunfo, pasando por Roma, Canadá, Australia. Usualmente se trata de monumentos cautelados por las Fuerzas Armadas, que día a día demuestran el respeto y la gratitud que merece aquel que dio la vida por su país, y cuyo nombre no se conoce.
Recuerdo que con mi sobrino Domingo fuimos especialmente a presenciar el cambio de guardia en Arlington. Es una ceremonia marcial, sobria y emotiva, para quienes entendemos lo que este ritual trata de ejemplificar.
Sin embargo, en la Plaza Baquedano fuimos testigos de cómo las hordas de vándalos y lumpen intentaron destruir la imagen de ese chileno anónimo, un obrero o un campesino, sin duda un hombre pobre, que ofreció a su patria lo único de valor que poseía: su vida.
En el 2021, con motivo del 141° aniversario de la Batalla de Tacna o del Alto de la Alianza (26 de mayo de 1880), con un grupo de amigos quisimos hacer un pequeño homenaje a ese soldado. Nos acompañó mi primo Tomás(1) (QEPD), quien elaboró un video para animar a la gente a visitar esa tumba. Fuimos solo ocho quienes dejamos unas rosas blancas, ninguna autoridad o representante de partido político alguno nos acompañó. Eran las épocas en que los vándalos aún rondaban el lugar, pero no tuvimos miedo, el soldado nos acompañaba.
Sueño con el día en que Baquedano vuelva a ocupar el lugar que merece, pero también con el día en que el Soldado Desconocido regrese y de esa forma derrote para siempre a sus enemigos, a los enemigos de la patria.
(1) Tomás Pino Aldunate
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