La reciente puesta en marcha por parte del MOP del proyecto de la autopista "Orbital Sur", que genera un segundo anillo vial en Santiago, es un espejo retrovisor que refleja la persistencia de un paradigma de transporte que debió quedar obsoleto hace décadas. Concebido bajo criterios de transporte que datan del PRMS de 1997, este proyecto no solo se desvía marcadamente de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, sino que parece desafiar abiertamente los imperativos globales de mitigación del cambio climático.
Es imposible ignorar la incongruencia de invertir en una infraestructura que privilegia el uso del automóvil en una era donde la crisis climática nos obliga a repensar nuestra dependencia de los combustibles fósiles. La "Orbital Sur" representa una inversión masiva en un modelo de crecimiento urbano que intensifica la huella de carbono de la ciudad, fomentando un aumento del 25% del suelo urbano de Santiago de una manera desmesuradamente inorgánica y dependiente del transporte individual motorizado.
El despliegue de la autopista, con su extensión proyectada, parece una apuesta por un crecimiento urbano desenfrenado y un urbanismo desarticulado que promueve el negocio de la plusvalía del suelo basada en la expansión más que la densificación, contradiciendo las tendencias contemporáneas de planificación urbana que enfatizan la compactación de las ciudades y la movilidad multimodal como esenciales para una vida urbana sostenible.
Este proyecto no sólo desatiende los llamados a la acción climática, sino que también amenaza con desgarrar el tejido ambiental de la región. Al pasar por santuarios de la naturaleza y ecosistemas protegidos, la autopista Orbital se cierne como una espada de Damocles sobre la biodiversidad local. En lugar de conservar estos enclaves de valor incalculable para futuras generaciones, se planea trazar una cicatriz de asfalto y concreto que fragmentará hábitats y alterará ecosistemas, empeñando la riqueza natural en el altar del progreso mal entendido.
Es menester reconocer que las decisiones que tomamos hoy en el ámbito de la infraestructura y la planificación urbana tienen repercusiones que trascienden generaciones. El crecimiento de la ciudad no puede ser un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. En este sentido, la "Orbital Sur" surge como una solución miope y anacrónica que se distancia de una visión de futuro donde la sostenibilidad y la responsabilidad ambiental son primordiales.
Como sociedad, debemos exigir un replanteamiento de este tipo de proyectos, buscando alternativas que armonicen con una visión de desarrollo urbano centrada en el ser humano y el respeto por el medio ambiente. Es imperativo que la planificación de la infraestructura de transporte se alinee con políticas de movilidad sostenible y que se integre en un marco más amplio de planificación territorial que promueva la cohesión social, la equidad y la resiliencia climática.
La "Orbital Sur" es un llamado a la reflexión, un recordatorio de que los caminos que construimos no solo conectan destinos, sino que también pueden desviar el curso de nuestras ciudades hacia futuros insostenibles. Es hora de desviarnos de este desatino y encaminarnos hacia un futuro donde la sostenibilidad y la coherencia ambiental sean los pilares de nuestro crecimiento urbano.
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