La electromovilidad en Chile, que comenzó con la introducción de tranvías eléctricos a principios del siglo XX, representó un cambio significativo en la historia del transporte urbano del país. Estos primeros pasos hacia un transporte más sostenible y eficiente marcaron un avance tecnológico notable y modificaron profundamente la percepción de la movilidad urbana. No obstante, con el tiempo, la evolución de la electromovilidad ha enfrentado desafíos considerables, particularmente en relación con el impacto ambiental de los vehículos eléctricos dependientes de baterías.
Los tranvías y trolebuses del pasado, que operaban con electricidad directa mediante catenarias sin necesidad de baterías, ofrecían una alternativa más ligera, eficiente y menos contaminante en comparación con los vehículos a batería de hoy. Su gradual desaparición, impulsada por los intereses de los fabricantes de motores diésel, reflejó un cambio en las políticas de transporte urbano en Chile que ha tenido consecuencias ambientales de largo alcance.
Actualmente, la atención se ha centrado de nuevo en los vehículos eléctricos debido a la creciente preocupación por el alto costo del combustible e impacto de los combustibles fósiles. Sin embargo, la nueva generación de vehículos eléctricos se caracteriza por un uso intensivo de baterías, lo que presenta desafíos ambientales notables. Estas baterías, pesadas y voluminosas (media tonelada en un auto y 2,5 toneladas en bus), limitan la capacidad de carga transportada en los vehículos y requieren tiempos de carga extensos (4 a 10 horas). Además, tienen una vida útil de 10 años y, en caso de golpes o choques, deben ser desechadas y reemplazadas, lo que conduce a un aumento significativo en el desecho de baterías generando un nuevo problema.
Un aspecto particularmente preocupante es la baja tasa de reciclaje de baterías a nivel mundial, que se encuentra entre el 1 y el 5% (Valenzuela, 2022; Harper 2019). La investigación de Constanza Ulriksen (2023) subraya la magnitud del problema ambiental asociado con las baterías desechadas, la investigadora estima que para el año 2050 se habrán desechado en Chile baterías equivalentes al espacio de 67 piscinas olímpicas, planteando serias preguntas sobre su almacenamiento y el impacto en las comunidades cercanas a los sitios de almacenamiento de residuos altamente tóxicos. ¿Nuevas zonas de sacrificio, vertederos ilegales? Son temas no resueltos hasta ahora
Este panorama demanda una reflexión crítica sobre la promoción de vehículos eléctricos basados en baterías en Chile, especialmente considerando la falta de políticas para el tratamiento, reciclaje o desecho de estas baterías. La urgencia de desarrollar estrategias y tecnologías para el reciclaje eficiente de baterías es evidente y debe ser una prioridad a resolver
Al igual como en el siglo pasado los fabricantes de motores diésel determinaron el futuro de la movilidad, hoy los fabricantes de baterías están determinando la movilidad del presente. Aunque optar por la electromovilidad es un camino correcto, no es necesariamente el mismo camino de las baterías. Es crucial que en Chile abordemos de manera crítica y responsable los desafíos ambientales que conllevan el uso y desuso de baterías. Explorar alternativas, como la reconsideración de sistemas de transporte eléctrico a catenaria que no dependen de baterías como trolebuses y tranvías, podría ofrecer soluciones más sostenibles y eficientes a largo plazo. La transición hacia una electromovilidad sostenible no solo debe ser limpia hoy, sino también consciente del entorno ambiental y social del mañana.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado