La responsabilidad de participar

Muchas veces hemos hablado sobre la necesidad de ampliar la participación ciudadana, cambiar el sistema electoral, tener inscripción automática y voto voluntario. Ello es particularmente urgente ante el vacío y la crisis de representación que hoy perciben los chilenos. Ante esta coyuntura como clase política debemos hacernos cargo proponiendo soluciones más que sólo sumarnos a las críticas actuales.

Valoro el hecho que la indignación haya llevado a muchos ciudadanos a apoyar la causa de los estudiantes, porque creo que el trasfondo de la molestia no es sólo la educación, sino situaciones de desigualdad e injusticia que atentan contra la cohesión social, sumado a una crisis del funcionamiento de nuestro actual sistema político.

Por eso es hora de pasar a la acción, tomar medidas para encausar esa indignación, y que ésta no se transforme sólo en rabia y decepción.

La pregunta es cómo cada uno de nosotros, desde el lugar que le toca actuar, puede contribuir a que las cosas cambien.

Más allá de la responsabilidad del gobierno y el Congreso de aprobar rápidamente las reformas que ya llevan años de debate (cómo inscripción automática, primarias y reforma al binominal), cada uno puede abrir mayores espacios de participación a las personas en su ámbito específico.

Un desafío adicional es promover en la gente una mayor conciencia de los derechos y responsabilidades que todos tenemos como ciudadanos. Vivir en comunidad no sólo supone mi derecho a reclamar lo que me pertenece o es justo, sino también a trabajar y comprometerme con el bien colectivo.

Profundizar espacios de participación surge de la convicción más íntima de que el destino de los pueblos los forjan los propios pueblos, y de que los sistemas establecidos de democracia representativa pueden ser enriquecidos por nuevos mecanismos de participación ciudadana directa.

Es así como en Peñalolén, luego de años de cabildos, presupuestos participativos, mesas barriales, fondos concursables, consultas y talleres, el Concejo Municipal en forma unánime ha decidido dar un paso innovador y audaz: convocar a un plebiscito comunal para aprobar o rechazar el nuevo plan regulador en su integridad.

Es así como el próximo 11 de diciembre los peñalolinos tendrán la oportunidad de concurrir a las urnas para decidir “cómo quieren vivir los próximos 20 años”.

A pesar de haber tenido un record de participación en las instancias previas (38 cabildos, 20 talleres, 39 organizaciones recibidas por el Concejo, y 1680 cartas, además de las dos audiencias exigidas por ley), es destacable que una comuna pobre en recursos económicos quiera ser hoy un ejemplo de participación ciudadana.

Independiente del resultado, estamos satisfechos por lo hecho y el paso que vamos a dar.

Serán los habitantes de Peñalolén los que en última instancia decidirán cómo quieren que su comuna se siga desarrollando. Si bien esto es a nivel comunal, sin duda servirá de piloto de nuevas formas de participación a nivel nacional.

Estamos ante tiempos de cambios profundos. Me gustaría ver que este modesto ejemplo desde el espacio local sea seguido por las reformas políticas y electorales que hagan cada día más transparente, competitiva y participativa nuestra querida democracia.

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