Mes de la ciudad: el desafío de hacerlas amigables para todas y todos

  • Columna co-escrita con Juan Barrientos

 

Octubre es el mes de las ciudades, y en ese contexto la ONU-Hábitat estableció que el 31 de este mes estará dedicado a reconocer el "Día mundial de las ciudades". Una celebración que en Chile está pasando a segundo plano por el contexto eleccionario que estamos viviendo. No obstante, más que contraponerse, la generación de ciudades amigables con el entorno y el ciudadano debieran ser una temática a abordar entre los candidatos.

Esto porque en gran medida los problemas que estamos viendo en las grandes ciudades chilenas se debe a la baja o nula planificación del crecimiento inorgánico de los territorios en que habitan enormes agrupaciones de personas.

Los hallazgos arqueológicos ubican 3000 años AC los primeros asentamientos humanos, entre los ríos Tigris y Éufrates, que sirvieron a las personas para detenerse y establecerse debido a las buenas condiciones naturales. Desde aquellos tiempos tan remotos las ciudades sólo han ido creciendo, confirmando la tendencia humana que deja milenios de vida nómade. Hoy, las ciudades están repartidas en todo el planeta y, sin lugar a dudas, son los grandes polos de desarrollo en los diferentes países.

Las enormes migraciones del campo a las ciudades propias de la primera mitad del siglo XX fueron consolidando una posición hegemónica de la vida urbana en desmedro de la ruralidad. De hecho la ONU, estima que para el año 2050 el 70% de la población mundial vivirá en ciudades, además que en la actualidad las ciudades generan más del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero y consumen entre el 60-80% de toda la energía global generada, con lo cual las ciudades están expuesta a un gran estrés y están "sufriendo " además los efectos del cambio climático con más inundaciones, sequías, tormentas, olas de calor, entre otras, producto del cambio climático.

De hecho las mismas estimaciones de la ONU indican que al menos 130 ciudades portuarias con más de un millón de habitantes cada una se verán afectadas por inundaciones costeras, lo que obliga a que las urbes deban ser más resilientes a los cambios del clima. Al parecer grandes ciudades traen grandes desafíos.

Santiago por supuesto no escapa a esta realidad y su crecimiento muchas veces inorgánico nos indica que, tal como en otras ciudades chilenas, las problemáticas socio-geográficas van en alza: mala calidad del aire, segregación social y desigualdad, transporte público deficiente y mala conectividad, congestión vehicular, generación y acumulación de basura, entre otros. Todo a pesar que la encuesta realizada por Gemines en año 2013 ya nos posicionaba como una ciudad poco amable. Y eso los candidatos presidenciales debieran abordarlo en sus programas, no sólo para la capital nacional sino para todas las grandes ciudades del país que viven los mismos dilemas.

Ahora han aparecido nuevos paradigmas para abordar la complejidad que tiene una ciudad, como por ejemplo las ideas de "ciudades inteligentes" o "smarticites", que incorporaran tecnologías de la información para mejorar las condiciones de vida de quienes comparten ese territorio. En este plano, la enorme cantidad de información disponible se debiera usar para acortar los tiempos de desplazamiento, disminuir los niveles de contaminación, acceder a los servicios urbanos y un amplio etcétera. La información nos permite desde mejorar nuestra seguridad, hasta encontrar el estacionamiento disponible.

No obstante, las "Smart City" requieren no solo de tecnología, sino que por sobre todo requiere de ciudadanos y ciudadanas que entiendan que las ciudades son comunidades a gran escala y que justamente por ello requieren de un comportamiento ciudadano que permita que esas tecnologías adquieran sentido y consigan sus objetivos. Con esto queremos decir que no importa cuántas aplicaciones tengamos instaladas en nuestros smartphones si no hay conductas de cuidado, de colaboración y de sentido de comunidad.

La colaboración en la ciudad abarca una correcta conducta vial, respeto con los ciclistas y peatones, respeto con los migrantes, respeto de las normas, del aseo, etc. A menudo podemos ver en la prensa peleas o discusiones entre automovilistas, personas que sin el menor atisbo de culpa infringen la restricción vehicular, estacionamientos de personas en situación de discapacidad ocupados por quienes no deberían, basureros ilegales, basureros desbordados. Todas estas conductas atentan contra quienes han decidido compartir una ciudad y como tal deben tener conductas pro sociales que permitan habitar los espacios de manera respetuosa. En las smartcities el individualismo del ser no tiene cabida, por ello en el mes de la ciudad debemos reflexionar en torno a la construcción de ciudades más amigables para una enorme agrupación humana que comparten espacios de densidad alta. Más allá de las tecnologías, las planificaciones urbanas, los servicios disponibles e incluso de la fama turística de las ciudades, en última instancia las ciudades las hacemos personas para personas

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