Corrían los primeros años de la década del 60 y en toda América Latina soplaban vientos de cambio, trabajadores y estudiantes movilizados, procesos unitarios en las organizaciones de izquierda y el progresismo en general, propuestas revolucionarias desde el campo del cristianismo. Sin duda un tiempo marcado por la influencia de la revolución cubana.
Desde el campo de la cultura llegaban también aires nuevos en todas las áreas y, por cierto, los artistas, creadores e intérpretes del canto popular no eran ajenos, más bien protagonistas de primera línea. En nuestro caso “la nueva canción chilena” tomaba su sitio y no le faltaban raíces y antecedentes.
Si fue la mismísima Violeta Parra la que se preguntaba entonces “¿qué dirá el Santo padre que vive en Roma, si le están degollando a su paloma? y se ufanaba además de que sus hermanos, detenidos por protestar, eran “… todos comunistas con el favor de mi dios”.
Eran los años de Chile ríe y canta, de René Largo Farías, del nacimiento de los grandes conjuntos musicales que hasta hoy perduran, y que recorrieron el mundo llevando nuestro mensaje. Es el tiempo del gran Víctor Jara, de tantas y tantos.
Y es el momento en que desde la República Oriental del Uruguay llegan también buenas noticias. No sólo era que en Montevideo se podían comprar discos cubanos con Carlos Puebla y sus tradicionales, que tardaron años en llegar a este Chile “democrático”, sino que se perfilaban personajes propios, varios, diversos. Y entre ellos Daniel Viglietti, mezcla de guitarrista clásico y cantor popular que se afirmaba como expresión superior de la música folklórica y del canto de protesta, un nuevo poeta del canto del pueblo que no rechazaba en absoluto modalidades diferentes de esos años como el rock o el bolero.
Por supuesto que vino a Chile, debe haber sido a mediados de los 60 me parece. Fue en Santiago donde le conocimos y escuchamos por vez primera y lo probable es que haya sido en la Peña de los Parra de calle Carmen si es que no fue en la propia carpa de La Reina de Violeta propiamente tal. Traía mensajes hermosos.
Cómo olvidar, es un ejemplo, aquella canción suya que marcó a más de una generación y en la que pregunta a los presentes si no se han puesto a pensar que esta tierra es de nosotros y no del que tenga más… es aquella en la que, tras la justa denuncia, invitaba a todos A Desalambrar.
Lamentablemente, por esos años vendría luego la violenta contrapartida reaccionaria con la que los partidarios del modelo político y económico social establecido en América Latina se opusieron a los partidarios del cambio. Y entonces la represión, el terror, los crímenes y también el destierro.
Seguimos escuchando a Viglietti por muchos años, sus canciones alentaban a los exiliados y a los que dentro de cada país luchaban por el reencuentro con la democracia. Pero no volvimos a verle durante el tiempo del exilio y fue sólo hace muy poco, durante el breve espacio en que me desempeñé en la patria de viglietti, en el Uruguay, donde pude reencontrarlo, conversar, estar juntos en reuniones sobre causas justas, participar como entrevistado en algunos de sus programas radiales y, por supuesto, asistir a varias de sus presentaciones.
Cuando se puso término a mis funciones, y ya vendrá el momento de hablar de ese asunto y de dar mi personal opinión, Daniel no sólo asistió a la bella despedida que nos fuera ofrecida sino que además actuó esa noche inolvidable.
Y fue este año hace poco más de un par de semanas que aquí en Santiago pude abrazarlo luego de concluir su hermoso concierto en un teatro capitalino. Le acompañaba su esposa quien además nos obsequió uno de sus bellos discos.No podía imaginar entonces que sería la última vez que nos encontráramos.
El lunes 30 de octubre recién pasado, mientras era sometido a una operación médica falleció el gran oriental.
Poco antes se había presentado en la localidad uruguaya de Las Piedras, luego de actuar en el festival antel fest, realizado en Piriápolis. El recital de las piedras llevaba por título “Recordando al Che Guevara”.
Lo triste e increíble ha sido el virtual silencio de gran parte de los medios de comunicación y de las organizaciones artísticas en nuestro país ante el doloroso suceso. Hablamos de una gran figura que enriqueció el cancionero de Uruguay y de Latinoamérica.
Temas suyos como A Desalambrar, Gurisito, Canción para el hombre nuevo y tantas, tantas otras, fueron interpretadas por artistas del prestigio de Joan Manuel Serrat, Chavela Vargas y otros muchos.
Cuando en los años 70 Daniel fue prisionero de la dictadura de su país, entre quienes lucharon por su libertad estuvo Jean Paul Sartre y otros íconos de la cultura.
Por eso duele el silencio local. Pese a todo, él seguirá llamándonos A Desalambrar.
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