En 1986 Augusto Pinochet reiteró a la ciudadanía lo que ya había declarado en 1973, “estamos en guerra” y el 21 de octubre, Sebastián Piñera sinceró sus temores y conceptualizó su modo de gobernar, “estamos en guerra en contra de un enemigo poderoso”. Ese oponente es el pueblo, víctima de sus argucias, altanería y obstinación.
El 14 de mayo de 1985,Tatiana Fariña de 19 años, estudiante de sociología de la Universidad de Chile fue explosionada en un baño del Servicio de Acción Social de la Municipalidad de Lo Prado, la institucionalidad de la época la catalogó como delincuente subversiva. Años después se supo que había sido detenida por la Central Nacional de Informaciones, CNI, y que había sido asesinada producto de torturas en el Cuartel Borgoño.
El 20 de octubre de 2019, Joshua Osorio Arias de 17 años encontró la muerte en la fábrica textil Kayser, en Renca, se dijo que pereció calcinado junto a otras cuatro personas. Lo que se ocultó, en primera instancia, es que Joshua tenía tres orificios en el tórax, los cuales no fueron medidos por el Servicio Médico Legal.
¿Cómo murió Joshua, asesinado o por asfixia?, necesitamos saber y en caso que haya sido asesinado los responsables deben enfrentar la justicia.
No pretendo hacer un paralelo antojadizo entre la Dictadura de Pinochet y la represión ejercida por las fuerzas policiales y militares amparados por Sebastián Piñera, sino quiero exponer que el dispositivo para asesinar e infamar a personas entre un gobierno y otro, tiene similitudes. Hoy la represión colectiva se intensifica con la infinidad de tecnología tóxica que utilizan para dispersar movimientos sociales, aumentando la efectividad del acto represivo.
Un argumento irrefutable son las cifras que entrega el Instituto Nacional de Derechos Humanos, INDH.
El reporte del viernes 2 de noviembre consigna que se ha detenido a 4.316 personas, un poco menos de 500 son niñas o niños; heridos en hospitales son 1.574, por disparos de bala 40 y por perdigones casi 500, con heridas oculares 157; 20 personas muertas y alrededor de 20, que denuncian agresiones sexuales, cuyos autores son carabineros.
Cabe enfatizar que la Cruz Roja dice que los heridos pueden ser el doble de lo pesquisado.
En ese marco, ¿puede negarse que existan violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos? Confusas son las declaraciones del director del INDH, Sergio Micco, cuando niega el carácter reiterado, organizado y coordinado por el poder político y militar para violar los derechos humanos.
Teniendo presente, además, la práctica sistemática de la violencia como herramienta de control social - aplicada a estudiantes, trabajo informal, pueblo mapuche, poblaciones - especialmente en manifestaciones.
Entiendo que el director del INDH ocupa su cargo gracias a los votos otorgados por la derecha política, sin embargo, no es tolerable que relativice el prestigioso trabajo del organismo para congeniarse con el gobierno, más aún, si hay 20 muertos, de los cuales, en cinco casos hay convicción de que participaron agentes del Estado y en la mayoría de las otras muertes, existe poca claridad sobre las circunstancias.
Es deseable que el señor Micco rectifique y sea más enfático no sólo en la condena de las violaciones a los DDHH de manera abstracta, sino que se espera que exprese con más decisión su rechazo a los responsables civiles y uniformados de dichas violaciones.
Tenemos historia y una lamentable historia sobre abusos en derechos humanos; uno espera que el Director del INDH esté a la altura de esa memoria, asumiendo que el deber de todo organismo de defensa de los Derechos Humanos es estar en la defensa de las personas y no tenga debilidades hacia quienes son responsables de esos atropellos.
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