Malas prácticas empresariales, todos somos responsables

La defensa de Alberto Chang dice que él invertía en negocios reales, y sólo tuvo mala suerte. Pero mientras avanza la investigación judicial y mediática, todos nos hemos sorprendido al conocer las verdades del Grupo Arcano. Y aunque efectivamente el supuesto egresado de la Universidad de Stanford engañó a muchos, creo que nos hace falta cuestionarnos un poco más algunas cosas para que saquemos lecciones de esta historia.

Mientras todo el mundo habla de las estafas piramidales y los medios explican didácticamente cómo funcionan, una de las ideas instaladas por el caso del Grupo Arcano –y también por la estafa de AC Inversions- es que las “utilidades sobrenormales” no existen.

A mi juicio, esa aseveración es errónea. Podemos efectivamente invertir en emprendimientos que están empezando, y darle el “palo al gato”. Pero cuando el mercado internaliza esa información, estos negocios ya dejan de dar esas ganancias espectaculares. Esto se traduce en el precio de la acción y por ende la ventana para obtener retornos más altos es corta. Por eso invertir hoy en Uber ya no produce “utilidades sobrenormales”.

¿Pero saben cuáles negocios tienen “utilidades sobrenormales” por largo plazo? Los ilegales. Hoy las transacciones más rentables del mundo son el ciber crimen, el narcotráfico, la trata de personas, el tráfico de armas, y así podría seguir enumerando.

Y acá se puede esconder un elemento sumamente peligroso. Como no tenemos instalada una cultura de “duediligence” a las instituciones, esta falta de fiscalización podría gatillar que casos como los de Arcano sean más que una simple estafa.

Efectivamente, podríamos estar frente a grupos que invierten en los negocios más rentables del mundo, como los delitos mencionados anteriormente, sin declarar nada a nadie y sin que nadie les pregunte. Y en un escenario así, ya no estaríamos hablando de simples estafas, sino de complicidad en mercados ilícitos.

Otra idea que se repite, tanto con Arcano como con AC Inversions, es que estamos frente a casos donde todo el mundo está diciendo “me engañaron”. Pero, ¿cuál era la responsabilidad de cada uno, tanto ejecutivos como inversionistas, de ver cómo se estaba llevando el negocio?

Si comparamos este caso con los episodios de colusión y “malas prácticas” en que han incurrido conocidas empresas del país, no es muy distinto el fenómeno social que describo: todo se remite al excesivo foco en el resultado, sin pensar en el proceso.

En todos estos casos de irregularidades tenemos a ejecutivos accediendo a cumplir los objetivos impuestos por la compañía, sin pensar en “cómo llego” a esas metas. También encontramos a inversionistas que entregan su patrimonio a estos grupos, solamente preocupados de las utilidades y sin cuestionarse siquiera cómo estas firmas llegan a la rentabilidad prometida.

Ojo que acá somos todos responsables. La única forma de poder combatir estos delitos es preocupándonos, no siendo ciegos, y sentir que cada uno tienen una cuota de responsabilidad en impedir que ocurran. 

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado