Nadie lo vio venir

Fabiola Quiroga Villagra
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Gustavo venía agonizando hace días, meses, quizás años; pero la herida era interna, muy adentro. No supo cómo explicarla, quizás por eso nunca dijo mucho, sólo decía que algo le dolía, pero no estaba seguro ni dónde ni porqué. Él se apagaba, sufría, adolecía de una angustia estremecedora, pero esa herida no se veía, no hubo sangre que delatara el tormento que llevaba por dentro.

Un día no llegó al colegio, la noticia fue un golpe certero al alma de todos y todas, se taparon la boca como no queriendo decir nada, o deteniendo con sus manos lo que no podía salir, lo que no sabía cómo hacerlo. Se llenaron los ojos de lágrimas, de preguntas al aire, sin poder cazar respuestas como si fuera una estampida de tamaño colosal, incapaz de alcanzarlas, sólo corriendo por inercia hacia ningún lugar, sin nada claro, tal como si se bajara el telón de la penumbra cayendo en la confusión misma, tratándose de una atracción sólida y violenta que llevará al abismo de la perplejidad.

Según el Termómetro de la Salud Mental en Chile, realizado por la PUC y ACHS en abril de este año, 23,6% de los chilenos presenta sospechas o problemas de salud mental, y 45,9% evalúa que su estado de ánimo es peor o mucho peor que antes de la pandemia.

Por otro parte, La Organización Panamericana de la Salud, dependiente de la OMS, dio a conocer que los suicidios a nivel latinoamericano han ido en lamentable aumento siendo Chile el que lleva la triste mayor alza de tasa. Este incremento ha estado ligado al grupo de 15 a 19 años, y se concentran en 67% en la Región Metropolitana, según los datos de un estudio de la Fundación Convivo.

Gustavo tenía 14 años, primer año de educación media y vivía en la Región Metropolitana, nadie notó el deterioro de su salud mental por que nunca se supo de eso, no parecía tener problemas, siempre dulce, receptivo, amable. Ahora sabemos que eran trozos de si mismo, pero no él en su totalidad.

En el último trabajo de lenguaje sobre poesía escribió: "no he visto el amanecer en brazos del amor, no he caminado por tantas calles, no he subido los cerros ni los sueños, necesito la música más que el agua, pero nací gorrión y quiero volar"

Sabemos que el suicidio es multicausal, pero también sabemos que los recursos son insuficiente para tan profundo y doloroso tema. El presupuesto fiscal destinado a la salud mental apenas supera el 2% del total del presupuesto en Salud, claramente no alcanza para dar contestación a esta desalentadora realidad, menos aún para cuidar la salud mental de la infancia, la excases es enorme, abismante e intolerable, nuestros niños y niñas sufren en silencio, sus gritos no se oyen, sus heridas no se ven, sus conesecuencia conmueven, ahogan y nos sumergen en las profunidades tenebrosas del dolor.

Necesitamos invertir, gastar, emplear recursos en salud mental y aún más cuando se trata de menores, de nuestros niños, necesitamos a todos los Gustavos, las salas debes estar llenas de ellos, ninguna silla sobra.

En su banco escolar hay una frase escrita con plumón permanente que dice: "Olvidé todo... hasta olvidé decirte adiós"

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