La semana pasada, y rompiendo con los tradicionales canales diplomáticos, Francia (junto a otros países), producto de los incendios en Brasil, advirtió vía Twitter con obstaculizar el acuerdo UE-Mercosur, imputando el epíteto de “mentiroso” al presidente Jair Bolsonaro.
¿El argumento? no respetar los compromisos en materia ambiental, biodiversidad, protección de los ecosistemas, entre otros, adquiridos con la firma de cláusulas contenidas en el acuerdo y que a juicio del país galo son inviolables e innegociables.
Pero lo cierto que la ecuación es bastante más compleja que una serie de dimes y diretes vía twitter e involucra una sucesión de factores.
Algunos de ellos son tan disímiles como la indudable y legítima protección del medio ambiente y deforestación de la Amazonía con un Brasil que concentra el 60% de esta, la influencia en la soberanía territorial y no menor, la preocupación por un Tratado que siempre ha contado con el rechazo del sector agrícola, ganadero y ambientalista europeo.
En este marco, y si bien el proceso de ratificación y entrada en vigor del Acuerdo requiere de un largo proceso que podría tomar al menos 2 años, las declaraciones desde París, no han hecho más que oscurecer la posible ratificación del Acuerdo.
Así, surgen las siguientes interrogantes.
¿Es una amenaza real y viable? ¿Qué efecto económico se podría esperar ante un eventual bloqueo del Acuerdo? ¿Cuál es el rol de Chile en el contexto actual?
Desde Londres y Madrid han llamado a no interferir en la ratificación del Acuerdo. Sin embargo, varios son los pasos previos hasta su entrada en vigor, lo que presume una difícil tarea y ante lo cual, no parece baladí la capacidad de Francia de lograr que otros países se sumen a su postura.
Cabe recordar por tanto que, a la fecha, sólo están culminadas las negociaciones del Acuerdo. Luego de ello, la Comisión deberá presentar al Consejo Europeo la propuesta de texto para su adopción y firma en nombre de la UE, que deberá ser aprobado por el Parlamento Europeo (donde grupos medioambientalistas adquirieron mayor presencia tras las pasadas elecciones) y en los respectivos parlamentos nacionales para su implementación.
Así, sólo como ejemplo, su aprobación en el Consejo Europeo precisa de al menos el 55% del beneplácito de los Estados miembros y una representación del 65% de la población de la UE.
Por su parte, Brasil y su importancia relativa dentro de la región, la profundidad de los vínculos económicos y comerciales y el cómo se legitimarán las credenciales democráticas que ha prometido Jair Bolsonaro, son todos temas que hacen que nuestra atención recaiga sobre dicho país.
Así también, su éxito económico, que todos esperamos y deseamos significaría un fuerte impulso para la región, sus ciudadanos, inversionistas y a todos para los que creemos que Brasil es un socio fundamental en el desarrollo de una América Latina más próspera y consolidada.
Así, la nueva orientación en la política comercial llevada a cabo por Brasil juega un papel fundamental en el diseño y la conducción del plan económico del nuevo gobierno. Sabida es la necesidad de resolver la delicada situación fiscal del país, a través de una reducción del gasto y una mayor recaudación por la vía de privatizaciones de empresas estatales no estratégicas. Además, existe una fuerte presión al presupuesto público de parte del sistema de pensiones brasileño, el cual se afirma en base a un significativo gasto estatal, algo que amenaza con seguir aumentando el déficit fiscal que roza el 8% anual, y a su vez, encareciendo el acceso al crédito internacional por parte del país.
En este escenario, la firma y aplicación del Acuerdo con la Unión Europea, que traería mayor crecimiento, es vista como una prioridad para el cumplimiento de este objetivo. Por ejemplo, en materia de comercio regional, Brasil se ha consolidado como el principal socio comercial de Argentina en 2018, con el 25% de su intercambio comercial, el 18% de sus envíos y el 24% de sus compras. Por su parte, en el caso chileno este es el segundo mayor oferente de vinos en ese mercado y constituye uno de sus principales receptores de inversión nacional.
Finalmente, la firma del Acuerdo no sólo trae los ya conocidos y expresados beneficios para las economías locales y regionales, así como la mayor integración en las cadenas globales de valor, sino que representa, en momentos que la economía mundial se enfrenta a populismos proteccionistas, una clara señal global de creencia en el libre comercio y sus utilidades.
En este marco, la grave situación amazónica brasileña (que responde a un problema de larga data y que ha tenido detrás una deforestación en pro de la agricultura y ganadería), ha también confirmado la credibilidad, respaldo y confianza que posee a nivel internacional el Estado de Chile y particularmente, el presidente Sebastián Piñera, como articulador y coordinador en la resolución de problemas e integración en América Latina.
Su reciente visita a Brasil y Paraguay (pos reunión del G7), así como los resultados obtenidos en pro de la defensa de una soberanía territorial incuestionable y la confirmación de una reunión entre los países amazónicos para septiembre, son reflejo del trabajado estratégico del presidente.
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