Soy de los que creen que el mundo no se va a acabar tras la elección de Donald Trump para presidir Estados Unidos. De hecho, es ciertamente febril pensar que la economía más poderosa del mundo podría darse el lujo de generar una crisis global por la retórica de campaña que usó Trump. Otra cosa es con guitarra, dice el sabio dicho popular.
La elección tenía una lógica que el candidato republicano supo aprovechar de manera eficaz: una sola idea de gobierno, con pocos mensajes, fáciles de digerir para el electorado estadounidense y con una puesta en escena llamativa, colorida y efectista. No celebro nada de lo que planteó el candidato Trump por supuesto, pero creo que eso era parte de las reglas de una reñida competencia electoral que ahora quedó en el pasado.
Lo que viene en el futuro es lo relevante. Debemos tener claridad respecto que los tratados vigentes en materia comercial y de tránsito de personas con Estados Unidos, no deberían sufrir modificaciones pues no implican más que beneficios para ambas naciones.
Por otro lado, a más de 10 años de aplicación, el TLC con la nación del norte ha permitido -entre otras cosas.- que en el periodo 2003-2014, el intercambio comercial entre ambos países haya crecido a una tasa promedio de 12,3%.
Sólo en 2014, Estados Unidos representó el 15,8% del comercio exterior de Chile. Al año 2014, las exportaciones chilenas al EEUU se triplicaron, alcanzando US$ 9.275 millones. Llevamos uvas, pasas, salmón fresco o refrigerado, manzanas, duraznos, cerezas, mandarinas, arándanos, kiwis, paltas y vinos. Eso, además de productos, son empleos de chilenos que han permitido un crecimiento sostenido en el tiempo. No hay razones para pensar que vamos a tener un cambio de escenario brusco porque la campaña electoral tuvo un tono destemplado.
Coincido con los analistas internacionales respecto que la fortaleza de la institucionalidad de Estados Unidos no permitirá darse el lujo de volver al mundo inestable. El clima de negocios es más relevante que cualquier intención de construir muros o generar odiosidades raciales.
Lo que nos corresponde en la región es estar atentos a las condiciones de las relaciones bilaterales y multilaterales, observar el respeto a los derechos civiles de las personas, ocuparse de mantener una relación comercial sin proteccionismos ni actitudes abusivas y, ante todo, actuar de buena fe entre países que han sido socios, amigos y aliados.
Elecciones como la de Estados Unidos nos muestra cómo se hace la diferencia entre una democracia donde se reconoce la voz de la ciudadanía y lo relevante de que esta sea realmente responsable de ejercer su derecho de votar.
Chile sabe que ha hecho bien las cosas con Estados Unidos, que hemos tenido diferencias, pero que éstas han sido tratadas en el seno de la institucionalidad internacional. Entonces, más allá de la razonable inquietud que provoca el resultado de esta elección, no debiera tener más dilema con el Presidente Trump, que no sea la de cómo profundizar una relación honesta en pos de la cooperación y la integración.
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