En este mismo instante, en diferentes puntos del planeta se están librando conflictos armados entre países o guerras civiles. Enfrentamientos cuyas motivaciones, por ejemplo, pueden ser políticas, históricas, étnicas o religiosas y que se prolongan de solo un par de semanas hasta años. Pero lo que no cambia, es que en todos esos casos el balance será el mismo: cientos o miles de muertos y heridos, destrucción de infraestructura y el colapso de las economías locales.
Y a medida que el mundo se interna cada vez más en este siglo XXI, tan volátil como impredecible, los recursos naturales parecen ir cobrando una nueva y creciente importancia en términos económicos, pero también estratégicos.
En ese contexto, a fines de agosto el Ejército de Chile organizó el seminario internacional “Recursos naturales y seguridad”, en el cual se abordó este tema desde la perspectiva de lo que hoy representan estos elementos para los países y el rol que pueden jugar las Fuerzas Armadas en torno a ellas.
Cuando se piensa en recursos naturales y su relevancia para un Estado, muchas veces se considera el aspecto energético, como los yacimientos de petróleo o gas. También metales de alto valor como el oro, la plata, el cobre o el uranio. Pero el tema va mucho más allá.
Hoy la definición de recursos naturales estratégicos se ha diversificado a conceptos como las llamadas “tierras raras”, un conjunto de 17 minerales, entre los que se cuenta el litio, que muchas veces no son “tierras” y solo son considerados “raros” porque es poco frecuente encontrarlos en forma pura y que se han vuelto imprescindibles para la industria tecnológica, desde de computadores y celulares hasta componentes para satélites.
En Chile, bajo los cerros de Penco, se encuentra un valioso yacimiento de “tierras raras”. Un recurso que el año pasado ya atrajo a una delegación china interesada en explorar la posibilidad de formar una alianza de inversión. Un tema no menor, considerando que China domina el mercado de este recurso mineral con el 95% de la producción y el 85% de la demanda mundial.
En tiempos del “cambio climático”, el agua dulce también es un recurso que los países consideran estratégico. Sobre todo porque desalinizar el agua de mar es aún muy costoso. De modo que proteger reservas como lagos y glaciares también resulta fundamental. En especial por su alto grado de vulnerabilidad, desde un potencial ataque terrorista con algún agente patógeno, hasta la contaminación por ceniza y otros elementos producto de la actividad volcánica.
En Brasil, amplias zonas de la Amazonía son patrulladas y protegidas por fuerzas militares, incluso con drones, que buscan prevenir, por ejemplo, la actividad minera ilegal, que no solo destruye grandes extensiones de selva, sino que también causa una alta contaminación química.
En ese sentido, las Fuerzas Armadas pueden y deben jugar un rol clave en el acceso, control y preservación de estos y otros recursos. Asimismo, aportan su experiencia a través de los cuerpos militares de trabajo y el diseño de planes de protección de estos u otros recursos. En especial en un país como Chile, en el que catástrofes como terremotos, erupciones volcánicas, deslizamientos de tierra, inundaciones e incendios forestales son una realidad frecuente.
Que un país tenga recursos naturales es una ventaja concreta, pero en ese aspecto, es fundamental saber cómo explotarlos y protegerlos. Una tarea que involucra a la sociedad completa, tanto desde la experiencia civil como militar.
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