Radiocríticos y teleobsecuentes

Cuenta Jean-Paul Sartre que cuando un alumno se le acercó para pedirle un consejo respecto a una importante decisión personal, este alumno ya sabía más menos el tipo de respuesta que iba a recibir. Y que si este alumno hubiera escogido un sacerdote, también habría sabido más menos qué consejo le sería dado.

El consejo estaba evidentemente predeterminado por el propio alumno que buscaba la orientación desde una persona específica en lugar de otra: “elegir al consejero es ya comprometerse” dice el francés.

El consejo es distinto a la información: mientras el primero implica una opinión orientadora, la segunda refiere a la comunicación de ciertas situaciones, hechos, circunstancias, acontecimientos, entre otros, medianamente objetivos.

La información de sucesos públicos, contingentes y atingentes a la sociedad es transmitida a través de la prensa: canales de televisión, radioemisoras y diarios (los tres grandes medios, hoy reforzados con la herramienta del internet).

Sin embargo, ¿hasta qué punto estos medios informativos cumplen con su labor “esencial” de informar objetivamente?

¿Es lo mismo informarse en Teletrece que en CHV noticias y Meganoticias?

¿Recibimos la misma información sintonizando UCV noticias si optamos por 24 horas?

La respuesta es negativa. Superlativamente negativa si realizamos el contraste entre la mayoría de los noticiarios de televisión abierta (CNN Chile, por lástima, es un canal de cable pagado) y los noticiarios que oímos en radioemisoras como Cooperativa, entre otras.

Ahora bien, si lo que se informa son los mismos sucesos, ¿por qué afirmo que no recibimos la misma información desde un noticiario u otro, cuando es probable que viendo UCV noticias o Teletrece obtengamos información más menos similar, de modo análogo a si escuchamos algunas emisoras?

Transcribo una posible respuesta: “En este mundo de información que vivimos”, señala Vladimir Acosta, profesor y analista político venezolano, “no [se] puede impedir que la información circule, que la información se difunda. Entonces, la idea es construir justamente un sistema de manipulación, pasar por completo la frontera entre información y opinión, y convertir su interés en opinión que pasa a ser publicada en la prensa como si fuera información”.

Aunque las mismas palabras de Acosta podrían ser puestas en el banquillo de los sospechosos (escribe lo anterior defendiendo la existencia de “libertad de prensa” en la Venezuela de los últimos años), tiene razón al subrayar el problema de las opiniones que anteceden a la información y que luego es entregada a los televidentes y auditores a través de los noticiarios.

Los excesos de crónica roja, de sensacionalismo y alarmismo, de falta de objetividad en la cobertura que se realiza de noticias que pueden causar un efecto a nivel político, social, económico y moral para intereses determinados que controlan de manera directa o indirecta los medios, ha conllevado a que nuestra percepción de los hechos esté siempre determinada por el canal y emisora en que nos informamos.

Deslindemos la cobertura de los telenoticieros con la de los radionoticieros: mientras de los canales 7 al 11 la información que se entrega viene antecedida de una determinada visión que intenta influir en los televidentes llevándolos en materia de opinión a una obsecuencia -es decir, una sumisión ante los juicios de los demás, una renuncia a la posibilidad de articular una crítica propia cediendo a la reproducción de las sentencias de otros como si fueran propias-, los periodistas de radios, en general , buscan que la información anteceda la opinión.

Esto último se torna crucial para la elaboración de opinión: solo una vez que el oyente está en conocimiento de la noticia, el periodista entrega una opinión clara y confesa que aporta una visión concreta respecto a los hechos, opinión que no tiene por qué ser compartida por el oyente, libre de articular su propia opinión crítica de los hechos.

En este sentido, UCV noticias le ha cedido la palabra a los auditores en su segmento de opinión.

Teletrece, por su parte, se ha limitado a informar sin caer en sensacionalismos manipulativos, más allá de su raíz “católica”. No por nada este último es el único noticiario de la franja de la tarde que sigue durando sólo una hora y que su edición central rara vez se inicia con crónica roja.

Toda opinión es válida en el marco del respeto. Sin embargo, es una falta de respeto hacer pasar por información objetiva noticias que están antecedidas y construidas a partir de la opinión de ciertos intereses que buscan que su visión y sus juicios sean los que moldeen el impacto, la gravedad y la mayor o menor importancia de una información.

Radiocríticos o teleobsecuentes parecen ser las opciones que los medios nos entregan.

Después de todo, elegir el medio a través del cual nos informamos también es comprometerse.

¿Con qué elegimos comprometernos?

¿Con la opinión crítica e informada sin imágenes ó con la obsecuencia manipulada mediante hologramas que, creemos, hablan más que mil palabras ignorando que quien está detrás del lente de la cámara y quien edita estas imágenes lo realiza desde sus concepciones morales, políticas y sociales?

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